Wesley Ruiz, un hispanoestadounidense de 43 años que estaba sentenciado a muerte, declarado muerto a las 18:41(hora local) en la Penitenciaría de la ciudad de Huntsville, Texas.

Ruiz recibió la inyección letal casi 16 años después de haber cometido el crimen por el que fue condenado a muerte. En 2007, en Dallas, Texas, Ruiz fue perseguido por la policía, que sospechaba que su vehículo estaba involucrado en un homicidio

El policía Mark Nix, al final de la persecución, intentaba romper la ventana de su automóvil con su porra. Ruiz le disparó y la bala acabó matándolo.

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Durante su juicio, Wesley Ruiz afirmó que durante la persecución policial temió por su vida y que disparó en un acto de “defensa propia”, según la prensa local. Sin embargo, su juicio estuvo plagado de declaraciones “abiertamente racistas” y “estereotipos claramente hostiles contra los hispanos”, por lo que finalmente fue declarado culpable y condenado a muerte.

Según los documentos judiciales, uno de los jurados lo había descrito como un “animal”, “un perro rabioso” y consideró que los hispanos presentes en el juicio eran “pandilleros”.

Este fue el alegato al que sus abogados recurrieron para presentar una apelación cuando se aproximaba la fecha de la ejecución, pero ya fue muy tarde para Ruiz. Su apelación fue desestimada en primera instancia y luego fue enviada a la Corte Suprema, que no se pronunció de última hora para suspender la ejecución.

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“Estoy listo para partir”, dijo antes de ser inyectado, detalló el Departamento de Justicia Penal de Texas en un comunicado.

“Quiero pedir disculpas a Mark y a la familia Nix (...) Quiero decirle a mi familia y amigos en todo el mundo, gracias por apoyarme. A mis hijos, manténganse firmes y continúen enorgulleciéndome, no se preocupen por mí, voy a estar bien” dijo el acusado en su última declaración.

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Antes de su muerte, Ruiz formaba parte de una demanda presentada por varios condenados a muerte en Texas, quienes acusan a los servicios penitenciarios del Estado de extender las fechas de vencimiento de las sustancias letales utilizadas para las ejecuciones, una de ellas conocida como pentobarbital, que extendería el sufrimiento ilegal de los inyectados. (I)