Daniela y Sebastián Martínez Soto son dos hermanos ecuatorianos que lograron huir de Ucrania. Regresaron el pasado viernes en el vuelo humanitario contratado por el Gobierno.

Ella, de 20 años, estudiaba ingeniería aeronáutica y para convertirse en piloto, desde hace dos años, en Kirovogrado, sur de Ucrania, que se ubica a cinco horas de la capital, Kiev. La carrera duraba cinco años.

Por trámites para obtener la visa Schengen estaba en la última ciudad cuando se agudizó el conflicto militar con Rusia.

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Recuerda que a las 04:00 del 24 de febrero de 2022 recibió una llamada de su madre, quien mirando noticias se enteró de que hubo ataques. Estaba con dos amigos. Decidieron evacuar. En sus maletas guardaron ropa caliente, alimentos no perecibles y frutas.

En un chat, en el que están 20 amigos, acordaron organizar su salida hacia Polonia.

Los bancos se cerraron, las gasolineras estaban al tope y los supermercados, vacíos.

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De Kiev a Polonia hay unas 11 horas de viaje en vehículo, pero hicieron cinco días debido a la gran cantidad de gente que quería dejar Ucrania. Solo salir de Kiev les llevó casi un día.

“No teníamos mucho que comer, al final comíamos una vez, cada día veíamos qué podíamos comer”, dijo la chica. Su consigna era estar siempre juntos y en los vehículos donde dormían.

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Luego se dividieron, ella y cuatro amigos lograron avanzar más rápido, aunque fue complicado porque hubo personas que no les permitían al ser extranjeros, por lo que dice haberse sentido discriminada.

La Cancillería los contactaba para saber dónde estaban y su condición.

Lo más agradable -entre tanta dificultad- era la compañía de una mascota de uno de sus amigos, un perro pequeño.

Nos ayudó muchísimo a mantener la calma, poder estar distraídos”, agregó.

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Ya en Polonia lograron embarcar en el vuelo del Gobierno.

‘Me siento ya tranquilo; sí, un poco triste, porque quería continuar con mis estudios’, dice Jhoao Estrella, ecuatoriano que abandonó Ucrania por el conflicto bélico

Con respecto a su futuro prefiere mantenerse con su familia y en los próximos días verá qué decisión tomar sobre su carrera.

No fue su opción ingresar a estudiar en una universidad en Ecuador.

“La experiencia sí ha sido muy fuerte, ya que en la vida me imaginé que algo así podría pasar, justo comentaba con mi hermano de que cuando nos íbamos a imaginar que íbamos a estar en medio de una guerra o ver este tipo de conflicto. Me ayudó muchísimo a valorar muchas cosas ya que en el momento en el que estuve lejos de mi hermano sin saber dónde estaba, la verdad me sentí totalmente perdida. Me ayudó a valorar a mi familia, mi vida y a valorarme a mí misma”, mencionó la muchacha, junto a su familia, ya en su casa, en el norte de Quito.

Sebastián, de 18 años, estuvo en Vinnytsia, estudiando primer año de idioma durante cinco meses con el objetivo de especializarse luego en Marketing Deportivo.

Al igual que a su hermana, sus padres lo llamaron preocupados. Horas más tarde detonó una bomba en la base militar de esa ciudad.

Todos entramos en shock (...) retumbó hasta el suelo”, dijo aunque le sorprendió que algunos ucranianos no se asustaban. Ante lo sucedido fueron a buscar alimentos, básicamente enlatados.

Al regresar a la residencia universitaria ingresaron a búnkeres, donde estuvieron 4 horas, varias veces al día durante cuatro días.

Habrá un tercer vuelo humanitario para quienes dejan Ucrania, anuncia Cancillería; más de 200 ecuatorianos podrían formar parte del nuevo vuelo, que sería al final de esta semana

Luego les trasladaron a Lviv y entre llegar a la ciudad y poder cruzar la frontera hacia Polonia estima una demora de 20 horas. Estuvo acompañado de unas 20 personas.

Tuve que dormir bajo la nieve, tuve que esperar las filas para que nos dejen pasar bajo la nieve igual”, contó.

Hubo racionamiento de la comida: una lata de atún al día.

Tuvieron inconvenientes para cruzar la frontera, por lo que intentaron obtener apoyo de Cancillería que no concretó, agregó.

Ya en Polonia hubo buses y el Gobierno ecuatoriano cubrió el hotel, así como el vuelo de regreso.

El trayecto para dejar Ucrania fue de dos días.

Sebastián no desea volver a esa nación; su aspiración ahora es ir a Estados Unidos.

“Estar en días donde escuchas a tu hijo desesperado con una bomba y luego pierdes contacto 4 horas y le llamas y no contesta y no contesta, es algo angustiante. Escuchar que él grita y le dice ‘papá, sácame de aquí', ya no aguanto. Escuchar a mi hija que ya no soportaba el cansancio y que tenían hambre (...) más todo lo que escuchas en noticias de las bombas, es de verdad, desesperante...”, mencionó Mónica Soto, madre de los muchachos, sobre cómo se sintió antes del regreso de sus hijos.

Ahora siente paz interna y agradece a Dios. El poder abrazarlos es maravilloso, dice con una sonrisa en los labios. (I)