Cerca de las 11:30 de este viernes, 14 de marzo, llegó el abogado de Mayra Salazar con la boleta de excarcelación para recuperar la libertad del centro penitenciario Tungurahua n.° 1, en Ambato, en donde estuvo recluida desde noviembre del año anterior.
Salazar, que pagó una pena de quince meses por la condena impuesta en el caso Metástasis, salió a las 12:25 de la cárcel.
Inmediatamente se subió por la puerta trasera de la tanqueta militar en la parte exterior del centro penitenciario, en medio de un fuerte contingente militar y policial.
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De ahí se trasladó al comando de la subzona de la Policía Nacional de Tungurahua, en donde tenía previsto tomar un helicóptero rumbo a Quito.
El teniente coronel Roberto Gavilanes, jefe del distrito Ambato Sur de la Policía Nacional, indicó que se desplegó personal para realizar el operativo de traslado de una persona privada de la libertad involucrada en el caso Metástasis luego de cumplir la pena impuesta de quince meses: Mayra Salazar.
“Se coordinó con la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), encargada de llevarla a Quito”, manifestó el oficial.
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Hasta cerca de las 11:00 de este viernes, se conoció que esperaba la llegada del helicóptero que la llevaría a la capital de la República.
Mientras tanto, entre los moradores del sector, ubicado en el oriente de Ambato, el ambiente en la zona se volvió tenso por el despliegue de uniformados. Y desde las 06:45 comenzó el operativo ante la salida en libertad de Salazar.
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Hasta el centro penitenciario Tungurahua n.° 1, en Ambato, llegó una tanqueta militar, así como alrededor de 50 efectivos del Ejército en otras unidades para el resguardo a Salazar.
Los efectivos militares se ubicaron en la avenida El Cóndor, que queda frente al centro penitenciario, así como en la Real Audiencia, hasta esperar a que se cumplieran todos los trámites legales para la salida.
Incluso hubo el sobrevuelo de un dron por las inmediaciones del centro carcelario.
También llegó personal de diferentes unidades policiales que recorrieron las inmediaciones del centro penitenciario.
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Salazar fue sentenciada como colaboradora en una estructura criminal dedicada a obtener beneficios penitenciarios y fallos judiciales favorables, que —según las investigaciones— estuvo liderada por el narcotraficante Leandro Norero. El contenido de su celular y su testimonio anticipado fueron claves para abrir y finalmente condenar a catorce investigados por el delito de delincuencia organizada dentro del caso conocido como Purga. (I)