En el marco del evento ‘Encontrémonos por el Hábitat’, desarrollado en Quito hace dos semanas, el ministro de Desarrollo Urbano y Vivienda, Darío Herrera, presentó el Plan Nacional de Hábitat y Vivienda del gobierno de Guillermo Lasso. Cuenta que, mientras ponían “la casa en orden” revisando todo lo que heredaron del régimen anterior, fueron elaborando el documento con todos los sectores involucrados, como los gremios de la construcción, sociedad civil y academia. La propuesta, señala, es una parte particularmente importante del Plan Nacional de Desarrollo, pues es generadora de empleo. Según sus cálculos, en cuatro años se crearían 266.000 empleos directos y 798.000 indirectos. Y beneficiaría a 2,9 millones de personas.

¿En qué consiste el plan?

El plan apunta a ofrecer 463.000 soluciones de hábitat divididas en cuatro tipos: vivienda, kits semilla, títulos de propiedad y proyectos de hábitat y espacio público.

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¿Por qué se habla de soluciones y no de viviendas solamente?

Porque salimos al mercado a identificar cuáles eran las necesidades de las personas y muchas, en la ruralidad sobre todo, no necesitan una casa nueva. Lo que necesitan es un título de propiedad o una ampliación, o agua segura o saneamiento. Con eso en mente hemos revisado el plan para que llegue a más beneficiarios: las viviendas, los kits y títulos de propiedad abarcan un universo de 1,4 millones de personas, y las intervenciones en hábitat, con 320 proyectos, alcanzarían a 1,5 millones... Pero obviamente no se empieza con todos estos componentes sino que lo dividimos por fases. Arrancamos ya con la primera.

¿De esas soluciones cuánto es específicamente vivienda nueva?

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Viviendas nuevas son 105.824 unidades; kits, 237.355; títulos de propiedad, 129.800; y espacios de hábitat son 320 proyectos de parques, o sea, más de uno por cantón. En total, 463.000 unidades. Dentro de los kits tenemos agua segura, saneamiento, ampliación y remodelación. El de ampliación para la zona urbana es muy bueno. ¿Usted ha visto esas varillas que están en las losas de algunas casas? Se les llaman las varillas de la esperanza porque representan el anhelo de una familia de construir el segundo piso. ¿Qué se hace ahí? Por ejemplo, en lugar de hacer una vivienda nueva al otro lado de la ciudad para que viva su hijo, con su esposa y el niño, con todos los problemas de movilidad y de la economía familiar, que no tiene quién le cuide al niño, lo mejor es hacer una ampliación, usted construye arriba el equivalente a una vivienda nueva… Es una forma más óptima de usar los recursos de los ecuatorianos. Usted me puede decir que hay que construir un millón de viviendas porque ese es el déficit. Pero en este momento no hay dinero, peor para regalar si no tengo que cobrar más impuestos. Al redefinirse el concepto de cómo se ayudará a rebajar el déficit habitacional, lo que buscamos es soluciones, no necesariamente regalar casas.

¿Cuánto cuesta este plan y cómo se va a financiar?

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En los cuatro años de gobierno, la inversión pública en el plan estaría en alrededor de $ 2.643 millones como presupuesto referencial. No me gusta dar ese número y le digo por qué. Estos planes son dinámicos y se van ajustando y optimizando. En este momento hay recursos para la primera fase y se irá haciendo un reordenamiento de finanzas públicas, pasar las leyes necesarias, todas estas condiciones para que la inversión exista. Y eso está sujeto a factores externos que el Gobierno no puede controlar. Ahora, todos los multilaterales quieren apoyar este plan porque lo hicimos en conjunto con ellos. Eso es importante.

¿Cuánto hay para la primera fase?

Tenemos $ 643 millones: $ 394 millones en el fideicomiso de inversión inmobiliaria para el subsidio de tasa Casa para Todos y $ 259 millones restantes en diferentes líneas de crédito de multilaterales. Dentro de la primera fase ya se empezó el primer proyecto con la Agencia Francesa de Desarrollo, que son 792 viviendas en 9 ciudades del país; eso ya está en estudios, está financiado, listo para poner primeras piedras en esta semana. El plan se va a tener que ir ajustando en el tiempo según las condiciones de la economía.

¿Qué metas tiene esta fase?

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Es un mix de esos cuatro productos o soluciones en varias regiones del país en los que tenemos mayor déficit habitacional. Por ejemplo, parte de la titulación la empezamos con Monte Sinaí, ya entregamos 500 y hasta diciembre 1.494 serán títulos de propiedad. ¿Por qué ahí? Porque ahí lleva trece años ese proceso y no se ha terminado, tenemos identificados a los beneficiarios y existe una ley que permite que se haga más rápido. El resto de títulos será en la ruralidad, se necesita generar ciertos decretos para cambiar el reglamento a la Ley de Tierras de manera que el Ministerio de Agricultura le permita al Miduvi titular tierras rurales. Hemos hecho el mix de manera que estos proyectos lleguen a las zonas con mayor déficit. El siguiente paso es ir a difundir este plan con nuestros socios estratégicos que son los GADA. El viernes comienzo con la primera reunión con los 32 alcaldes de Manabí. Se firmará un convenio marco que raya la cancha. En el pasado había un champú de proyectos y convenios específicos muy clientelares y políticos sobre proyectos que se construían a ocho kilómetros de las ciudades y la gente iba a vivir allá donde no hay nada. Tampoco funciona así.

¿Cómo participará el sector privado?

Existe el fideicomiso de inversión para el subsidio de tasa Casa para Todos; la idea comenzó en el 2015, pero la estructura funciona desde el 2019 porque no había confianza de los promotores. El fideicomiso tiene el esquema de un mercado secundario de compra de hipotecas. Por un lado, el Gobierno ecuatoriano emitió un bono de $ 400 millones hace un tiempo atrás, recibió plata y la puso en un fideicomiso. Los multilaterales pusieron un dinero adicional, $ 138 millones del BID y la CAF. Total $ 538 millones. Ya se ha usado una parte. El fideicomiso compra la cartera inmobiliaria de los bancos (están calificados Pichincha, Pacífico, Mutualista Pichincha y Mutualista Azuay, y hay dos más en proceso). Los bancos prestan a una tasa inferior del 4,9 %, la de mercado está entre 8 % y 10 %; arma paquetes y el fideicomiso los compra y se crea otro fideicomiso que genera títulos y los compra, invierte y les devuelve la plata. No rinde de mucho al Estado, lo recupera a largo plazo. Esa es la labor social del esquema: instituciones que tienen dinero barato compran la cartera de los bancos y le renuevan el inventario del dinero. Con este dinero se financia vivienda a una tasa subsidiada al cliente. No al constructor. Este construye con su dinero, promociona sus proyectos y lo que hace es esperar a que estén listos y le paguen. En los últimos meses se ha incrementado el registro de nuevos proyectos en casi 400 %. Si se sigue a ese ritmo el sector privado podría construir 90.000 viviendas en cuatro años, eso no se ha hecho jamás.

¿Este plan incluye las 200.000 viviendas rurales que Lasso ofreció en la campaña?

Creo que debemos hacer una transformación de ese discurso. De 200.000 viviendas rurales a 463.000 soluciones de hábitat. Son cosas parecidas pero no iguales. Por mucho que el enfoque inicial haya sido ese, no importa el número, la realidad es que hoy por hoy se necesitan otras soluciones habitacionales más urgentes para poder llegar a más beneficiarios. Con 463.000 soluciones se llega a 463.000 familias con menos dinero. Diferente es llegar con 200.000 viviendas, que pueden ser que exista la necesidad, pero es más dinero y llega a menos beneficiarios. No es que se está incumpliendo una oferta de campaña sino que se está siendo más consciente y responsable con los dineros de los ecuatorianos y estamos identificando las reales necesidades de los beneficiarios, lo que necesitan y no lo que yo quiero dar. Para mí sería muy fácil decir deme la plata, construyo la casa y la entrego y ya verá si la usa o no el beneficiario. Yo he dicho que hay casas que se usan para convertirlas en gallinero y cuyeros, bodegas de granos y no en vivienda. Yo no tengo ese enfoque populista y político. (I)