Walter y Manuel no sabían que los agentes antinarcóticos los estaban escuchando y que conocían los códigos con los que hablaban. Desde hacía meses, con permiso judicial, habían interceptado sus líneas telefónicas y los tenían identificados. “Mediante técnicas de información de campo se conoce que en Guayaquil opera una organización narcodelictiva dedicada a enviar sustancias sujetas a fiscalización a Europa y Estados Unidos, y que estaría estructurada por ecuatorianos y extranjeros que estarían radicados en Guayaquil”, señalaron los agentes en sus testimonios fiscales.