Bajo rendimiento estudiantil y cambio en el estado de ánimo llevaron a madre a descubrir que su niña habría sido víctima de violación, en Ambato

Narcisa, nombre protegido, accedió a dialogar con este Diario con la condición de que no se la identifique ni se le tome fotografías desde ningún ángulo. Dice temer que su búsqueda de justicia desde el 2019 se vea afectada de alguna manera.

Ese año la mujer denunció la presunta violación de su hija por parte de un agente de la Policía Nacional, cuando la menor tenía 11 años. El hecho habría ocurrido en el 2017, y desde entonces la familia de la niña notó cambios en su comportamiento, pero como ella no decía nada no pudieron enterarse a tiempo de la situación.

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Las calificaciones de la menor empezaron a bajar a tal punto que cuando cursaba el octavo de básica estaba por perder el año. Siendo las cosas así fue que se enteraron de lo que realmente pasaba con la niña, dos años después.

En varias ocasiones durante la entrevista a la madre de familia le es difícil contener el llanto. Sostiene que no es solo por el dolor que siente al recordar los duros momentos que les ha tocado vivir desde cuando se enteraron de lo que le había sucedido a su niña, sino también por la impotencia y coraje que siente mientras espera que se haga justicia en el caso.

La abuela de la pequeña y madre de Narcisa le da ánimos a su hija, aunque ella también en ocasiones se quiebra ante lo sucedido.

La mamá de la menor comenta que en el 2019, cuando se enteró del asunto, el Departamento de Consejería Estudiantil (DECE) del plantel en el que estudiaba en ese entonces la niña la dirigió al distrito de Educación y de allí a la Fiscalía.

Narcisa recuerda que el uniformado se ganó la confianza y cariño de la familia. A él, añade, le habían arrendado un minidepartamento en la casa de su madre, y habría sido allí que abusó de la pequeña.

La menor dejó de ser alegre, ya no le gustaba salir y hasta les pegaba a los hombres porque quería que no se le acercaran, cuenta la mujer.

Habría intentado entregar dinero

Aún con coraje ella refiere que luego de lo sucedido el servidor policial le habría ofrecido $ 20.000 para que desistiera de seguir el caso. “Por supuesto que los rechacé, porque la dignidad y el bienestar de mi pequeña no tienen precio”, recalca.

Lamenta que no ha podido costear un tratamiento psicológico a la menor, pero dice que como madre, con el apoyo principalmente de sus padres, busca los medios para continuar con un proceso que le permita a su hija superar el trauma.

“Nos dijeron que esto no se supera de la noche a la mañana, sino que es algo largo y de paciencia”, añade.

En diciembre del año anterior ella optó por cambiar de plantel a su hija por temor a represalias de la familia del uniformado, que según ella trabajaba en Ambato, pero que recibió el pase a Macas.

Cuando cometió el presunto abuso el agente era cabo perteneciente a la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO).

Este Diario trató de contactar al señalado en este caso, pero no fue posible ubicarlo. Asimismo, se intentó conocer la situación del uniformado a través de personal que pidió la reserva de su identidad, pero se indicó que el sistema interno está siendo sometido a auditoría y que eso no era posible.

En casación

La madre de la menor indica que en este momento la causa está en casación en Quito, que están a la espera de que se les notifique fecha para la audiencia.

Sostiene que en dos instancias que se cumplieron en Ambato hubo dos sentencias a favor de la víctima, y que al uniformado se le declaró culpable con una sentencia de privación de libertad de 29 años y 4 meses.

“Ya nos dijeron que si allá hay jueces para que se agilice, si no tenemos que esperar el tiempo que sea necesario. La casación está desde agosto del 2022, tenemos que esperar la audiencia o que los jueces decidan de acuerdo a la lectura del expediente a favor de la víctima o del presunto violador”, expresa la abuela de la niña.

Tanto la madre como la abuela de la víctima consideran que por ser uniformado el acusado el proceso se ha dilatado. Pero dicen estar dispuestas a esperar para que se haga justicia.

“Se debe poner un alto a los malos miembros policiales, porque lamentablemente no es la primera víctima que hay en el país, incluso otras personas por miedo, temor o por vergüenza no sacan a la luz, pero es hora de que pongan un alto”, dice la madre de la niña que ve como positivo el anuncio oficial de que habrá una depuración en las filas policiales.

La abuela de la menor refiere que en el 2020 su nieta trató, en dos ocasiones, de suicidarse.

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Menciona que la llevaron al psiquiátrico Sagrado Corazón de Quito, y que para el trauma que tiene por lo que le sucedió toma medicina, porque tiene ansiedad y depresión y eso afecta su rendimiento estudiantil.

“Lo que le pasó le afecta terriblemente. Si a mi nieta se le acerca alguien por detrás o con fuerza, la reacción es como que le da un ataque de ansiedad. Todo le afectó y por eso no podemos dejar el psicólogo o el psiquiatra, pero ante todo debe tener cariño de la familia, porque con el abrazo fraterno tenemos confianza de que se recupere, aunque no se olvide totalmente de lo que le hizo. Esto es un trauma para la familia”, comenta impotente la abuela de la niña. (I)