Luego de ver entrevistas y escuchar discursos del gobernante, asambleístas y funcionarios, he llegado a la conclusión de que Alianza PAIS usa un lenguaje con significados diferentes de los que entendemos los ciudadanos comunes. Ese lenguaje, ¿es una estrategia tomada de los once principios de la propaganda de Goebbels?, ¿de los asesores de Sí Podemos que ofrecen a los españoles el oro y el moro?, ¿de la guerrilla sandinista?, ¿del ideario del CFP guevarista?, solo ellos lo saben, esas estrategias no se hacen públicas. Pero la realidad es que quizás veinte años atrás el pueblo no había alcanzado los niveles de conocimiento y comprensión de los eventos nacionales e internacionales en desarrollo, y por lo tanto, con audaces pronunciamientos podía someterse su ingenuidad; hoy, los mayores enemigos de los políticos son la internet, los noticiarios locales e internacionales y redes sociales al alcance de todos por el avance de las tecnologías de comunicación y los aparatos móviles. Esas facilidades hacen que poco quede escondido bajo el sol. Goebbels fracasaría en su empeño en los tiempos actuales.

Las siguientes definiciones ejemplifican la diferencia entre ambos lenguajes: para Alianza PAIS (AP) tiempos difíciles ocasionados por cambios en el entorno económico mundial significa “estrategia internacional para derrocar a los gobiernos socialistas siglo XXI”; marchas de exaliados en contra de medidas económicas que han causado insatisfacción e incertidumbre sobre el futuro de la ciudadanía y de las actividades productivas privadas significa “estrategia contra su gobierno de grupos locales de poder”; paro nacional de sindicatos, centrales obreras, indígenas, estudiantes, médicos, campesinos, jubilados, etcétera, en rechazo de las políticas de AP y el estilo autoritario del gobernante, significa “marchas de grupos que no tienen apoyo popular ni tienen legitimidad”; buscar del gobernante el retiro de las leyes que afectan a toda la población y renunciar a la amenaza de reelección significa “los grupos buscan generar violencia y el pánico económico que se ha intentado estos últimos meses”, además de “golpistas, desestabilizadores, violentos” cuando el pueblo con legítimas manifestaciones hace respetar sus derechos a disentir y protestar.

En la vida podemos pecar de audaces o ingenuos, lo segundo no aplica para el gobernante y sus ministros y asesores. Cuando nosotros vamos de ida, ellos van de regreso. Sin embargo, hay personas a quienes lo que proponen para un fin determinado les sale al revés porque no evalúan racionalmente las expectativas de sus mandantes y los efectos que acarrean tales decisiones, solo actúan en función de su personal convencimiento, y no anticipan que la paciencia del pueblo tiene un límite, el de la insatisfacción. Ya es hora de enfrentar las crudas realidades del mundo y de las expectativas de la sociedad. Por su falta de comprensión, la gobernabilidad se les está yendo de las manos. Tomar medidas con seriedad y patriotismo para equilibrar la economía implica sacrificios políticos que en todas las latitudes y tiempos los mandatarios que piensan en el bien común de sus mandantes lo asumen. Lo irracional es no aceptarlo, porque su egolatría y deseo de perpetuarse en el poder les importan más, como los casos de Fidel Castro y Maduro. (O)