No podemos entender nuestro mundo sin conocer algo de la fe que arma los brazos de los terroristas islámicos y su odio acérrimo contra los judíos y Occidente. A partir del ataque a las Torres Gemelas, decidí leer el Corán. Muchos sostienen que el islam es una religión de paz y otros dudan de tal aserto si se considera que el terrorismo es la peor expresión del odio. No he oído que algún imán lo haya condenado. Son mártires quienes se inmolan matando a otros. Para nosotros son terroristas.

El Corán es el libro sagrado de los islamistas, sean sunitas, chiitas o de cualquiera de sus derivaciones. Fue dictado por Alá a Mahoma por medio del arcángel Gabriel. Contiene las obligaciones de los creyentes, prescripciones sobre la vida familiar y social, la de orar siete veces al día cara a La Meca y distintas menciones al sensorial paraíso que espera a creyentes y mártires. Los sabios lo enseñan en las escuelas. Está dividido en capítulos (azoras) y versículos (aleyas). La Azora II, La Vaca, en la aleya 256, Majestad de Dios, dice: “El Dios no hay dios, sino Él, el Viviente, el Subsistente. Ni la somnolencia ni el sueño se apoderan de Él. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y en la tierra. ¿Quién intercederá ante Él sino es con su permiso? Sabe lo que está delante y detrás de los hombres y éstos no conocen nada de su ciencia, si no es lo que Él quiere. Su trono se extiende por los cielos y la tierra, y no le fatiga la conservación de esto. Él es el Altísimo, el Inmenso”.

El Dios único omnipotente a quien hay que obedecer, que habla por medio de su enviado, Mahoma, el mayor profeta de la historia. Alá exige adoración y obediencia absolutas y su fe inspira las luchas de los creyentes contra los infieles para someterlos de buen grado o por la fuerza.

Mahoma fue un líder religioso y guerrero. Asumió poderes totales como enviado de Alá y como gobernante. Conquistó en pocos años toda la península arábiga, el Norte de África y el Sur de España. Luego se extendió al Asia. La fuerza de los guerreros islámicos, su gran inspiración y disposición al heroísmo está en el Corán. En la Azora VII, aleyas 16 y 17, leo: “Quien vuelva la espalda a menos que sea para volver al combate o para unirse a otro grupo de combatientes incurrirá en la cólera de Dios, y su refugio será el Infierno. ¡Qué pésimo porvenir!

17. ¡Creyentes! No los habéis matado: Dios los ha matado. No tiras cuando tiras. Dios es quien tira, con el fin de probar a los creyentes, por su parte, con una hermosa prueba. Dios es oyente, omnisciente”.

En el islam no hay un jefe único, como el papa. Pero sí hay mucho dinero que financia a los terroristas. Proviene de las riquísimas teocracias del mundo árabe. Todo se mezcla con la política de las grandes potencias y se torna incomprensible. Da miedo. (O)

* El Corán. Traducción de J. Vernet, Editorial Óptima, Barcelona, 2001.