El año 2019 del calendario gregoriano empezó con un nuevo logro para la ciencia y para la humanidad. En los primeros minutos de este nuevo año la sonda espacial de la NASA New Horizons visitó el cuerpo celeste más lejano que haya sido explorado por el ser humano: Ultima Thule.

No se sabe bien qué tipo de cuerpo celeste es Ultima Thule. No es un cometa, no es un planeta y no parece ser un asteroide. En definitiva, no encaja claramente en ninguna de las clases de lo hasta ahora observado en el espacio; con lo cual es posible que se tenga que empezar a revisar las categorías existentes para poder definir de algún modo a este objeto espacial.

Lo anterior se debe a que, según las primeras imágenes enviadas por la mencionada sonda, Ultima Thule muestra una forma peculiar. Típicamente, todos los cuerpos celestes adoptan la forma de una esfera; los planetas, las estrellas, los cometas, todos son “redondos”. En el caso de Ultima Thule se evidencia no uno, sino dos cuerpos esféricos pegados: uno más grande, ─Ultima─, y otro más pequeño, ─Thule, unidos entre sí, uno encima del otro, con la increíble delicadeza de las obras talladas en porcelana. Alan Stern, líder de la investigación y del proyecto científico, ha descrito gráficamente su forma como la de un muñeco de nieve. Para otros se parece más a BB8, la evolución de R2D2, para mejor comprensión de los fanáticos de Star Wars.

El récord anterior en lejanía de una visita espacial lo tenía la misma sonda cuando, en el 2015, visitó el planeta enano Plutón. Ultima Thule se encuentra en los confines exteriores del sistema solar, aunque en la misma zona gélida en la que Plutón aparece como primer miembro y “cancerbero”: el cinturón de Kuiper. Ultima Thule, cuyo nombre científico es 2014 MU69, es bastante más pequeño que Plutón y está aún más lejos de la Tierra, a unos inimaginables 6,6 billones de kilómetros de distancia.

Esta inexplorada zona actúa como auténtico congelador que mantiene sin descomponer, o más bien sin alterar, los cuerpos que la integran, ─como cuando guardamos algo en nuestro refrigerador para conservarlo. Por esa razón esta visita es una especie de viaje en el tiempo, directamente a la época de gestación del sistema solar ─hacia unos 4,4 billones de años atrás, dado que Ultima Thule se formó paralelamente con la Tierra, pero, a diferencia de ella, no ha tenido ningún cambio significativo desde que se formó por estar en esta zona gélida. Ello nos presenta una oportunidad única para conocer las condiciones de ese periodo cósmico y para entender el proceso de formación de los planetas y de las estrellas del sistema solar. Estamos, pues, frente a una inédita ventana de exploración al pasado más lejano posible.

Cabe añadir, por si fuera poco, dos trivialidades que vuelven todavía más memorable esta misión: el nombre elegido y el tributo que se le ha dedicado. En primer lugar, para escoger el nombre del objetivo se organizó un proceso en donde el público sugirió diferentes opciones para bautizar a 2014 MU69. Por fortuna no se escogió el nombre “Feliz Año Nuevo”, opción que ─tal cual, en castellano estaba entre las finalistas. Los organizadores, en cambio, se decantaron por un término compuesto en latín que se utilizaba en la cartografía de las épocas romanas y medievales para hacer referencia a aquellas zonas del mapa que eran lejanas, desconocidas y muy frías: Ultima Thule. Esta terminología medieval resulta definitivamente pertinente para designar a esta nueva realidad cósmica.

En segundo lugar, y de modo más vistoso, está el tributo que le ha dedicado nada menos que uno de los guitarristas más famosos y talentosos en la historia del rock. Se trata del músico y astrofísico Brian May, guitarrista de la nuevamente popular banda Queen, quien decidió honrar las proezas que supone esta misión espacial componiendo una canción dedicada a la sonda y al proyecto New Horizons.

Sin lugar a dudas estamos contemplando el comienzo de un nuevo logro en el ámbito de la exploración espacial, realizado gracias al desarrollo científico y tecnológico: el éxito de una misión cuasi-arqueológica para descubrir, en los confines del espacio sideral, los orígenes de nuestro sistema solar.

(O)

 

Estamos frente a una inédita ventana de exploración al pasado más lejano posible.