Con la finalidad de retener el poder, en Venezuela el chavismo abrió la puerta a una espiral de violencia que difícilmente se podrá contener. A los denominados ‘colectivos’, grupos parapoliciales armados con carabinas y fusiles que siembran el pánico durante las protestas, Nicolás Maduro recurre para ‘defender la paz’ cuando se anuncian manifestaciones convocadas por la oposición.

Las personas muertas durante las protestas en la era de Maduro llegan a 250, reveló la ONG de derechos humanos Provea, que solo en enero contabilizó 2.573 protestas contra el chavismo.

Con la justificación de prepararse para una supuesta invasión de EE.UU., desde el Gobierno chavista se promueve el entrenamiento de dichos grupos en varios estados del país, utilizando instalaciones escolares, los que le han jurado lealtad a Maduro y a la ‘revolución’.

Una vez que retorne la democracia, se irán encontrando soluciones para la mayoría de los problemas originados durante el chavismo; sin embargo, la contaminación social que representan las células armadas, que ahora se encuentran legitimadas por el régimen madurista, no se disipará porque estas pasarán a operar de manera ilegal. Ese es uno de los mayores daños que se le puede infligir a una sociedad. (O)