El libro de la Política de la Defensa Nacional, más conocido como Libro Blanco, se ha publicado en varios países; más o menos contiene los mismos temas, difiriendo en las características de cada país. Abarca, entre otros detalles, los antecedentes de la definición de políticas de seguridad y defensa, la descripción del entorno de naturaleza histórica, geográfica, estratégica; el marco constitucional y legal, así como la responsabilidad de cada actor social; aspectos operacionales, tales como el reclutamiento, entrenamiento y despliegue de las Fuerzas Armadas; el presupuesto, el nivel de gasto; detalles de la capacidad operativa; sobre la compra de armamento, así como los acuerdos y negociaciones con los países amigos.

En 1997, Chile es el primer país que publica su Libro Blanco; el presidente Eduardo Frei, al presentar el libro, expresó: “La Política de Defensa es una tarea nacional, esto es, una política de Estado suprapartidista, coherente, consensual y gestada en el seno de las instituciones democráticas. (…), impone la necesidad de un mayor involucramiento ciudadano en la defensa, una fluida relación entre civiles y militares, y una mayor coordinación entre actores políticos y castrenses en el seno del Estado. (…). La defensa es una tarea de la sociedad en su conjunto y no exclusivamente militar, aunque el papel de las Fuerzas Armadas sea central en ella”.

En nuestro país, el 2002, en el gobierno del presidente Gustavo Noboa se publica por primera vez el Libro Blanco; entre las acciones urgentes señala: “Reforzar la presencia de las Fuerzas Armadas en la frontera norte para controlar las actividades ilícitas como el narcotráfico, guerrilla, contrabando de armamento, municiones y explosivos, en coordinación con la Policía Nacional”; el 2006, en el gobierno del presidente Alfredo Palacio se publica por segunda vez el Libro Blanco, en él se señalan las amenazas provenientes de “Grupos ilegales armados; y, con diverso grado de incidencia, el narcotráfico, el tráfico ilícito de armas, el crimen organizado transnacional y el terrorismo”.

En los diez años del nefasto gobierno de Rafael Correa, jamás hubo una Política de Defensa; esto se evidencia en una entrevista que la revista Vanguardia (Nº 158) le hizo al entonces ministro de Defensa Javier Ponce –enemigo inveterado de las Fuerzas Armadas–; este señaló: “Ni se me ocurre mirar el Libro Blanco. Allí están el terrorismo y el narcotráfico como grandes amenazas del país”.

En este Gobierno, del presidente Lenín Moreno, se publica por tercera vez el Libro Blanco; en realidad, en lo conceptual, no difiere de los anteriores, más bien se han acentuado las amenazas en la frontera norte, producto de la inacción irresponsable de Correa.

Falta saber si el “Acuerdo de cooperación técnico-militar” para “la colaboración en la esfera de la defensa”, firmado con Venezuela y Cuba, subsiste.

La elaboración del Libro Blanco debe ser un ejercicio integrador de perspectivas legítimas distintas: las propiamente militares y las vertientes académicas, políticas y técnicas de otros sectores del Estado y de la sociedad, caso contrario corremos el grave riesgo de tener como resultado un libro en blanco.

(O)