Hace 20 años las Naciones Unidas declararon el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud, con el propósito de promover un mayor involucramiento de los jóvenes en los procesos de cambio y desafíos de nuestras sociedades. Actualmente en el mundo hay 1.800 millones de jóvenes, pero la realidad en América Latina es que cada vez es más notorio el rechazo profundo de esta población hacia la política y administración de sus países.

A lo largo de la historia se han podido conocer diversas organizaciones juveniles que han logrado transformar las realidades de sus sociedades. Muchas impulsadas por las injusticias, por los gobiernos tiranos de turno y también por la corrupción. Es así como la revolución de Budapest del 56 se produjo; las marchas de Selma a Montgomery en Estados Unidos se llevaron a cabo por los promotores del Movimiento por los Derechos Civiles; y el movimiento juvenil sionista logró la conservación de la judeidad durante la Primera y Segunda Guerra Mundial a pesar de las amenazas del nazismo.

Una organización en particular que vale la pena conocer es la organización juvenil del Partido Popular Europeo, European Democrat Students. Fue fundada en 1961 por un grupo de estudiantes europeos que comprendieron la amenaza de la infiltración comunista en las universidades europeas. Por esto, consideraron imprescindible formar un frente de estudiantes demócratas para reforzar la cooperación internacional, que persiste hasta la actualidad.

Hoy la conforman 41 organizaciones político-estudiantiles que inciden activamente en la promoción de los derechos y libertades de los habitantes de la Unión Europea e inclusive de países atravesando crisis humanitarias, como Venezuela.

Tras 26 años, un español vuelve a presidir esta organización con la victoria del joven dirigente del Partido Popular, Carlo Angrisano. Esto debe de alegrar a los países de nuestra región, pues entre sus objetivos se encuentra potencializar las relaciones entre organizaciones hermanas de América Latina y Europa. De hecho, el año pasado en calidad de vicepresidente lideró una misión de estudio a Ecuador para conocer la realidad política del país y de la región donde participaron más de 30 políticos europeos y latinoamericanos.

El intercambio de experiencias entre jóvenes políticos es fundamental para que adquieran experiencia real y se formen correctamente. Estas oportunidades ayudan a los líderes del futuro a comprender que los problemas que se les presentan ya existen en otros lugares del mundo y juntos podrán proponer mejores soluciones.

Ahora que Ecuador vuelve a abrirse al mundo tenemos la oportunidad de liderar un movimiento regional que permita a los jóvenes determinar su destino y construir la mejor realidad posible para América Latina. Hermanados con Europa y abanderando los valores democráticos nuestro continente puede convertirse en el mayor polo de prosperidad de este siglo.

(O)