En término coloquial, palmar significa morir, perder la vida; en acepción gramatical es terreno plantado de palmeras. El mal llamado islote El Palmar, que obstaculiza la majestuosa panorámica que debería tener el río Guayas, hace precisamente lo coloquial, matando al río. 

Parado desde el puente y  mirando hacia el sur, causa  desconsuelo chocar la vista con el islote. Produce rebote óptico observarlo desde los cerros Santa Ana y del Carmen. Oteando desde esos tres puntos nos damos cuenta de que no valoramos los ecuatorianos la utilidad del río Guayas. En la vieja Europa lo califican como “un gran río lleno de bancos de arena”. Qué desperdicio le estamos propiciando a la naturaleza. En la administración anterior de la Prefectura del Guayas se planificó el dragado del río por el área de La Puntilla frente al islote; al concluir el mandato no se concretó, fallándose en ese cometido pero dejando casi establecido que el islote no podía eliminárselo por estar “consolidado”. Causó extrañeza que una formación de limo en pleno río cuente con una estructura solidificada, cuando es verificable que tierras adentro con siglos de presumiblemente compactación, cavando pocos metros encontramos agua, lo que hace posible el hundimiento de pilotes para fijar construcciones. Pruebas al canto: dragado de la punta rocosa de Los Goles de salida al golfo. 

La actual Prefectura, también preocupada por el dragado, celebra que así sea, también tiene en mente dragar o limpiar los cauces de los ríos Daule, Babahoyo, Chimbo... Deben exigir la participación del Gobierno en estas obras que son costosas e imprescindibles. Parte esencial debe ser eliminar el islote El Palmar, el obstáculo que está evitando la vivificación del río para que recobre la fuerza del caudal. Las aguas sin el obstáculo tendrán más correntada y controlando su reflujo se permitirá la navegabilidad de buques de alto calado, como en la época del 40 del siglo pasado. Si se va a realizar el dragado, que sea para servir y perdurar y no solamente dragar por encima para cumplir un compromiso.(O) 

César Antonio Jijón Sánchez,

Daule