El pasado 10 de noviembre los resultados de las elecciones españolas demostraron una vez más, además de la incertidumbre de conocer si se logrará formar gobierno o no, que el hilo rojo del socialismo del siglo XXI sigue intacto. Eso sí, ese hilo ha tenido que recorrer más de 9000 kilómetros de distancia contra viento y marea, pero el chavismo ha logrado mantenerlo vivo a cuesta del hambre de nuestras naciones.

Que no nos sorprenda que sea un socialista el que liderará el gobierno de España. No solo con el apoyo, sino que por falta de escaños, en coalición con fuerzas peligrosas como Podemos y los grupos separatistas, que día a día vulneran más los principios democráticos sobre los que ese país está cimentado. Dichos actores son quienes, en días pasados, cambiaron sus fotos de perfil de Twitter por una de Evo Morales y se pronunciaron como fervientes defensores del fugado expresidente, que intentó perpetuarse en el poder, a pesar de que los bolivianos confirmaron vía referéndum su no reelección a la presidencia.

Tanto recuerdo haber leído ¡Indignaos!, del famoso Stephane Hessel, en mi primer año de universidad y no puedo mentir al decir que uno se siente atraído por esas líneas tan románticas, que motivan a cualquiera a indignarse por lo injusto. Pero ahora puedo comprender la manipulación detrás de esas líneas, que dieron cabida a movimientos como el del 15-M. Este, por supuesto liderado por Pablo Iglesias, que en ese entonces se indignaba por todo: por el gobierno, por los recortes a los programas sociales, por los políticos, por el capitalismo, por los bancos, por el desempleo, por ¡todo!

Pero Iglesias jamás podrá aceptar que se convirtió en todo por lo que él protestaba, el día que creó Podemos. Este partido, que hoy posiblemente cogobernará en España, ve con ojos de admiración lo (no) alcanzado por Chávez y Maduro en Venezuela, celebra la liberación de un expresidente corrupto como Lula da Silva y se entrevista con Correa en Russia Today, quien es perseguido por la justicia ecuatoriana. ¿Estas son las credenciales que esperamos tengan los gobernantes de uno de los países más desarrollados del mundo? Parece que Pedro Sánchez se equivoca al escoger a sus aliados.

Antes los partidos políticos jugaban en un tablero democrático, pero ahora ese tablero lo han destruido y el juego se da en territorio incierto e inseguro. Esto no es culpa del multipartidismo, de hecho esto no hace nada más que enriquecer a la democracia y tornarla más competitiva. Lo preocupante es que dentro de ese multipartidismo se refugian grupos radicales que pactan con terroristas y que, con la intención de alcanzar el poder, intentan separar, destruir y vulnerar los derechos de los ciudadanos.

España no puede caer en las garras del socialismo del siglo XXI. Los ciudadanos europeos solo deben ver a través del océano Atlántico y reconocer la miseria en la que han sumido esos gobiernos a la población. Que no les suceda lo que practicaba Perón: “Al amigo, todo; al enemigo, ni justicia”.(O)