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Hace ya algunos años se reportó que los deportes de contacto como el boxeo y el fútbol americano se relacionan con daño cerebral a largo plazo. Los golpes repetidos sobre la cabeza –que ocurren durante el juego– producen cambios en el tejido cerebral y sus conexiones. Estas lesiones tienen un efecto acumulativo y se manifiestan posteriormente con trastornos de memoria, conducta, personalidad y todas las características compatibles con una demencia. Quienes practican estos deportes están en mayor riesgo de desarrollar una enfermedad cerebral degenerativa en el futuro.

La encefalopatía traumática crónica (ETC), nombre dado a esta entidad clínica, fue descrita inicialmente en boxeadores, quienes –años después de su retiro– comenzaron a presentar trastornos cognitivos y de conducta progresivos y severos hasta llegar a la incapacidad. Cuando estudiaron sus cerebros, encontraron cambios degenerativos y atrofia en áreas frontales y temporales. Con el tiempo se fueron sumando otros reportes que encontraban asociación entre deportes de contacto, actividad militar y lesiones degenerativas cerebrales.

En 2013 fue noticia mundial el acuerdo inédito al que llegaron la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) y más de 4500 jugadores, a fin de evitar una demanda por daños y perjuicios por las secuelas cerebrales sufridas. Ellos acusaron a los directivos de la NFL de haber ocultado información acerca del peligro al que estaban expuestos. La NFL tuvo que pagar un total de 765 millones de dólares. A pesar de que la NFL era renuente a aceptarlo, las evidencias de las investigaciones llegaron a ser tan contundentes que, en 2016, la NFL tuvo que reconocer que sí hay una asociación entre el fútbol americano y la aparición de lesiones cerebrales. Esto fue corroborado con la publicación (2017) de un estudio dirigido por la Universidad de Boston, en el que se estudiaron los cerebros de 202 jugadores fallecidos (programa de donación de cerebros), encontrándose que 177 (87 %) de ellos cumplían criterios anatomopatológicos de ETC, incluyendo 110 de 111 (99 %) exjugadores de la NFL.

Hasta ahora, el fútbol que se juega en el resto del mundo, incluidos nosotros (soccer para los estadounidenses), se ha considerado relativamente más seguro si se lo compara con el fútbol americano. No obstante, en los últimos años se han reportado algunos casos de ETC en varios jugadores profesionales. En noviembre de 2019 se publicó un gran análisis epidemiológico retrospectivo de la mortalidad en exjugadores profesionales de Escocia. El estudio contó con el apoyo de la Federación Inglesa de Fútbol y del sindicato de jugadores. Los resultados indicaron que, después de los 70 años de edad, la mortalidad de los exjugadores fue menor por causas cardiacas y pulmonares y mayor por enfermedades neurodegenerativas (alzhéimer, párkinson, esclerosis lateral amiotrófica, otras demencias). Asimismo, las prescripciones de medicinas para la demencia fueron mayores en el grupo de exjugadores. Los estudios continuarán para establecer frecuencia y relación con la posición del jugador en la cancha.

El deporte mueve muchísimo dinero y, como se puede inferir, la información respecto de los riesgos que conllevan los deportes de contacto, especialmente si son muy populares, se maneja en voz baja, pero es imprescindible que se la conozca. (O)