Nuestra invitada

La base de toda sociedad es su educación y es al Estado a quien le hemos encargado esta arma tan poderosa. No es de extrañar que le guste tener el control total de la formación de sus habitantes y poder así adoctrinar según la ideología del gobierno de turno. Es en los países con menores niveles de educación donde el populismo fácilmente echa raíces ofreciendo a sus habitantes prebendas a cambio de votos, como un niño al que se lo convence con golosinas.

A pesar de los grandes avances y progreso que ha vivido la humanidad en las últimas décadas, el sistema educativo público ha evolucionado muy poco en los últimos 200 años. Se sigue educando de la misma manera obsoleta, enseñando a los niños a memorizar y repetir información sin crear en ellos una capacidad de análisis. Dejar la educación en manos del Estado ha sido el grave error que se ha cometido, sin permitir que sean los padres quienes escojan, según sus propios valores y principios, la educación más adecuada para ellos. La educación debe revolucionarse y avanzar hacia el futuro, pero esto no se logra sin un mercado competitivo donde las propias escuelas busquen mejorar sus niveles académicos para atraer más estudiantes. En Ecuador, al igual que en la mayoría de países de la región, la educación fiscal es subsidiada por el Estado y su calidad es realmente cuestionable. Ya decía Milton Friedman hace más de 40 años, que para subsidiar la producción de un producto se puede subsidiar al productor o al consumidor. En educación, el Estado subsidia al productor, es decir, a las escuelas, cuando lo ideal sería subsidiar al consumidor (los estudiantes), generando así mayor competencia. A esto se conoce como “voucher o cheque escolar” del cual Friedman era un gran convencido de su eficacia. Actualmente los cheques escolares se aplican en países como Suecia, Dinamarca, Chile, Australia, Nueva Zelanda, entre otros. Estos cheques tienen un valor anual que se entrega directamente a los padres para que ellos puedan libremente escoger a cuál escuela enviar a sus hijos. Es luego la institución educativa quien cobra el valor del “voucher” al Estado. Esto tiene muchas ventajas ya que acrecienta la competencia entre las distintas instituciones educativas, quienes a su vez tratan de ofrecer mejores servicios y niveles de educación más altos para captar la mayor cantidad de estudiantes posible (como ocurre con las escuelas privadas). Esto fomenta a su vez la capacitación de mejores maestros, la búsqueda de nuevas tecnologías, la formación de estudiantes en habilidades blandas, como la capacidad de liderazgo, la adaptación a cambios, el trabajo en equipo, entre otras. No es de extrañar que los países donde se subsidia a los estudiantes tengan los mejores niveles de educación, según los últimos resultados de las pruebas PISA, y a su vez los índices de libertad económica más altos del mundo.

El sistema educativo ecuatoriano debe ser revisado por el próximo gobierno, quien deberá buscar nuevas soluciones para brindar un mejor nivel de educación a nuestros jóvenes. Ante un mundo globalizado que cambia día a día, la educación debe reinventarse y ofrecer a los estudiantes las herramientas necesarias para sumarse a la cuarta revolución industrial. El sistema de “cheques escolares” es definitivamente una opción que no debe descartarse. Es un mundo nuevo que necesita reglas distintas a las de hace 200 años.

(O)