Los escándalos de Odebrecht, Petroecuador, Singue, Petrochina, INA Papers, aportes ilegales a la campaña de Alianza PAIS, Arroz Verde, Arroz Moreno, entre otros, son una larga lista de los casos de corrupción que se han dado a conocer en el país. En su gran mayoría, aunque los actores principales cambian, el común denominador es la trama en la que operan, es decir, la organización estructural con la que se lleva a cabo el delito. Al igual que la delincuencia común, la corrupción ha evolucionado a lo largo de la historia. Por ejemplo y en un principio, un delincuente común robaba o infringía la ley en una esquina y corría hacia su guarida, por lo que debía esperar un tiempo prudencial para volver a salir sin ser reconocido. Si cuantificamos este proceso, podríamos decir que el delincuente común robaba de una a dos veces por día, sin tomar en cuenta la cantidad o si existía violencia o no. Luego, y al organizarse de mejor manera, el mismo delincuente ya contaba con un socio que le proveía información de donde pudieran estar clientes con más pertenencias, lo que conllevaba a mejorar el botín. Cuando la organización mejoró aún más, el mismo delincuente y el socio compraron una moto o un carro, y de esta manera podrían robar ya no dos veces al día, sino que podrían robar siete u ocho veces en distintas partes, con eso ampliaban el territorio y a la vez hacían más difícil la labor de identificarlos in situ. Finalmente, se llegó al punto de que el delincuente común tiene un jefe, una red de transporte y una logística para realizar las fechorías. Gradualmente, aparecieron la extorsión, el crimen organizado, la pugna de poderes y demás males que observamos en el crimen común.

Del mismo modo, anteriormente los políticos corruptos y deshonestos ejercían sus actividades ilícitas solos. Es decir, tomaban una empresa y abusaban de sus recursos hasta robar sacas de dinero. Luego, con la digitalización y centralización, poseían un socio que les informaba del presupuesto y PAC de las empresas. Posteriormente, buscaban empresas afines para inclusive armar ellos mismos el PAC de las empresas en su beneficio. Hoy en día, se posee una estructura organizada que maneja favores políticos a cambio de contratos y porcentajes de estos.

Análogamente ambos tipos de crímenes han evolucionado generando una estructura de poder, en donde el político más influyente coloca a los gerentes de las empresas no por méritos, sino por afinidad y compincharía para hurtar los bienes estatales.

Ahora, ante esta realidad debemos ser sensatos e inteligentes. ¿Si ponemos un millón de policías más, acabaremos con el crimen común? La respuesta es no, pues se deben generar cultura, trabajo y otros aspectos para poder cambiar esta realidad. ¿Si metemos presos a los empresarios de los casos de corrupción, acabamos con la corrupción? Aunque es lo correcto, la respuesta también es no, pues los cabecillas principales siguen libres.

Debemos desarticular la corrupción, cambiando la manera de elegir a los políticos. Se debe elegir por méritos y tener requisitos académicos y de experiencia, además de no permitir afinidades que son sociedades para delinquir. (O)