Me sumo a las observaciones a trabajos públicos en la ciudadela Kennedy. Pusieron tuberías, rompiendo la calzada a partir de junio. En la calle Décima Este que desemboca a la avenida San Jorge, nunca pusieron pasadizos o puentes para que las familias puedan salir de sus casas y no ir a dar a los huecos; pues para poner tuberías las maquinarias cavaron la vía que no quedó al mismo nivel de las casas sino más hundida como es lógico, como un hueco.
Después que instalaron las tuberías, asfaltaron la calle, pero había fugas de agua porque parecía que al asfaltar rompían algo por debajo de los trabajos de las tuberías; por lo tanto se filtraba y se regaba el agua. Esto ya lo repararon. Los trabajos no eran todos los días y de pocas horas. La calle aún no está totalmente arreglada porque afuera de garajes de domicilios existen unas rampas para vehículos en las veredas que las dejaron con unos huecos grandes con unas varas de fierro, no los han tapado; los vehículos se dañan por los golpes y por las llantas que se meten en los orificios. Pasé a pie con mi gatito que por poco rueda al hueco; alcancé a agarrar a mi mascota preferida. Terminen de una vez todo el trabajo, no sea que una persona se lastime.
Un perjuicio más para los habitantes es el escándalo con potentes parlantes, por espectáculos en la explanada de un centro comercial, cantantes, música, proyecciones, quitan la paz, el descanso, que necesitan no solo las familias, sino los enfermos, el personal de salud, dentro de la ciudadela. Es una falta de respeto y una grave contaminación acústica en plena pandemia del COVID-19. El domingo pasado a las 18:30 mis padres adultos mayores sufrieron de nervios por el bullicio, tuvimos que darles calmantes, cerrar ventanas, puertas de los cuartos, teníamos calor y bulla para volverse loco. (O)
Elizabeth Dolores Sánchez, 30 años, Guayaquil