“Si no pagas por un producto, tú eres el producto”, sugiere Tristan Harris, ex diseñador ético de Google, en el documental El dilema de las redes sociales, que está disponible en la plataforma Netflix.
Se refiere a que todo eso gratuito en las redes sociales es pagado por auspiciantes a cambio de nuestro tiempo, atención e información.
Durante 94 minutos, esta producción aborda, a través de entrevistas con académicos y exejecutivos de empresas como Facebook, Twitter e Instagram, los problemas sociales y amenazas a la libertad y la democracia que está generando el modelo de negocio de esas empresas.
Su objetivo consiste en conseguir que pases la mayor cantidad de tiempo frente a la pantalla, para eso han diseñado complejos sistemas de algoritmos y estrategias de retención, que hacen que reacciones a notificaciones y sugerencias y sigas ahí, entregando toda la información sobre tus intereses, relaciones, dietas, ejercicios y búsquedas, alimentando la más sofisticada base de datos para segmentación de ventas.
Pero el tema no queda ahí. El verdadero problema –y negocio–, plantean, estaría en la manipulación de la información, dos mil millones de personas que piensan cosas que nunca quisieron pensar por las notificaciones que miran al despertar. El poder de mover la percepción de las personas. “El producto real es el pequeño cambio gradual e imperceptible en nuestro comportamiento”. Generar dinero por cambiar quién eres y qué haces, afectar el comportamiento y las emociones en el mundo real, sin necesidad de que el usuario se entere.
Esta premisa se sustenta en que uno construye la idea del mundo en que vive a partir de la información que tiene, y si ellos son hoy la fuente de tu información, te están poniendo al frente lo que quieren que sepas, para lograr tal o cuál objetivo de venta, creencia o comportamiento.
Sin embargo, dice uno de los entrevistados, se les salió de las manos, generando un ecosistema de insultos, escándalos, robo de datos personales, adicción a la tecnología, noticias falsas y polarización. “Al crear el botón ‘Me gusta’ nuestra motivación era ‘¿podemos llevar optimismo y amor a todo el mundo?’. La idea de que hoy los adolescentes se depriman cuando no reciben los suficientes ‘Me gusta’ o la polarización política, no estaba contemplada”. La generación z es la primera que tuvo redes en secundaria y es hoy una generación más ansiosa, frágil y depresiva, donde se han elevado dramáticamente los índices de suicidio en adolescentes.
El paradigma digital ha generado un cambio en los hábitos y forma de observar, habitar y relacionarse con el mundo. Ya no basta con las explicaciones como la agenda Setting de McCombs y el Multiverso de Maturana.
Ahí aparece este documental tratando de alertarnos sobre esta amenaza, que terminaría con la ignorancia deliberada como causa del fin de nuestra civilización. Sin embargo, la paradoja es que todo este contenido es distribuido y exhibido por un sistema que funciona de manera similar a los criticados, Netflix. ¿Cuál es la trampa? ¿No estamos siguiendo el mismo juego que nos presentan? (O)