La población de Bahía de Caráquez, cabecera cantonal de Sucre, alejada de las fuentes de aguas naturales, durante gran parte del siglo pasado se abastecía de agua no tratada a través de pozos someros, grandes aljibes que se construían y que se llenaban con las aguas lluvias, lo cual les servía para poder subsistir durante los meses de verano. Esta situación poco a poco fue mejorando luego de la construcción del ferrocarril (1912) que traía agua cruda en tanqueros y luego entubada desde Tosagua, que era depositada en aljibes construidos en el sur de la ciudad, para luego ser distribuida a los habitantes en barriles transportados por burros. La situación anotada cambió luego de la construcción del sistema regional de agua potable La Estancilla (1965), a través de una planta de tratamiento ubicada en La Estancilla, cantón Tosagua, que tiene una conducción de 48 km de longitud.

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El sistema regional, más allá de la gran expectativa que creó, se constituyó a lo largo de los años en una especie de tortura para la población que ha venido sufriendo por la falta del líquido vital por problemas debido a la paralización de la planta de tratamiento por exceso de turbiedad del agua cruda, los desacoples cuasi rutinarios de la conducción y los reiterados pinchazos de la tubería por gente inescrupulosa, lo cual, no se ha podido controlar hasta la presente fecha por partes de los encargados del manejo, operación y mantenimiento del sistema, al punto tal que no es ninguna novedad que la ciudad no tenga agua durante dos meses o más, como ocurre actualmente. En resumen, hemos retrocedido más de 60 años, con la diferencia que ahora se distribuye el agua en tanqueros, y no en burros, que se abastecen de pozos profundos existentes o simplemente desde otras poblaciones lejanas.

Dicho esto, en marzo del 2023 se inició la socialización de un proyecto de abastecimiento de agua potable para Bahía de Caráquez y Leonidas Plaza, con una inversión de alrededor de $ 15 millones, que se constituía en una solución esperada por años, cuya toma estaría en el río Carrizal, cerca del puente Larrea. Como suele ocurrir en estos casos, nunca faltan los detractores de siempre que comienzan a poner peros por intereses personales, otros que promocionan plantas desalinizadoras o simplemente plantean proyectos alternativos, etc. Se conoce que el proyecto recibió la aprobación del Banco del Estado, sin embargo, se ha dicho públicamente que la municipalidad del cantón Sucre no tiene capacidad de endeudamiento y por lo tanto debe buscar otros mecanismos que permitan su implementación. En este sentido, el cuerpo edilicio está tratando, con buen criterio, de impulsar junto con el Gobierno central una alianza público-privada que permita viabilizar esta obra y terminar con esta crisis de la falta de agua, increíblemente irresoluta en pleno siglo XXI.

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Considero que la población en su conjunto, liderado por el alcalde, debe hacer un frente común para resolver el problema de abastecimiento de agua potable para Bahía de Caráquez, dejando de lado intereses personales o de grupo que no hacen ni dejan hacer y les ponen trabas al desarrollo de la ciudad que está próxima a cumplir 150 años de cantonización. Ya no es tiempo de soluciones parche o paliativos, es hora de unirnos para impulsar un proyecto definitivo en beneficio de la ciudad, considerada un centro turístico por excelencia que se ha visto mermado, tal cual ocurrió durante el último feriado de carnaval, por la falta de agua potable. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil