Guayaquil se ha convertido en un pandemonio. Calles y avenidas con alto tráfico, como por ejemplo, la ciudadela La Garzota “controlada” por personas de buena voluntad, dirigiendo el tráfico, quienes, a pesar de no tener formación en esta actividad, ayudan a que el caos vehicular no produzca accidentes. Son incontables los casos de automóviles que han sufrido daños materiales e incluso choferes y acompañantes heridos, sin que ninguna autoridad responda por este malestar.

Priman intereses personales y egocentrismo

La ciudadanía reclama al Municipio porque en semáforos apagados por falta de energía eléctrica no existe la presencia ni de un solo vigilante.

El alcalde está en la obligación legal de disponer que la ATM asuma su función, pues no es admisible que una metrópoli densamente ocupada por automotores esté a la buena de Dios. (O)

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Ángel Campoverde Giler, economista, Guayaquil