Como padre, enfrentar la noticia de que tu hijo ha perdido el año escolar puede ser una experiencia desgarradora. Sin embargo, es importante recordar que esta no es una sentencia de fracaso, sino una oportunidad para crecer y fortalecerse.
Evita caer en el error de culpar o castigar a tu hijo. La pérdida de año no es un reflejo de su valía, sino un desafío que pueden superar juntos. Conviértete en su mayor aliado, brindándole apoyo incondicional.
Trabaja de la mano con tu hijo para identificar las razones que llevaron a esta situación: ¿fueron dificultades académicas?; ¿falta de motivación?; tal vez, ¿problemas personales? Juntos, diseñen un plan de acción que les permita abordar estas áreas de oportunidad.
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Recuerda que el verdadero propósito de la educación es el aprendizaje y el desarrollo de habilidades.
No te enfoques únicamente en las calificaciones. Recuerda que el verdadero propósito de la educación es el aprendizaje y el desarrollo de habilidades. Motiva a tu hijo a aprender por el deseo de crecer, no por el miedo a repetir.
Mantén una actitud positiva y transmite eso a tu hijo. Enfócate en sus fortalezas y talentos, ayúdalo a ver esta experiencia como una oportunidad para forjar su carácter y alcanzar nuevas metas.
¿Cómo mejorar la calidad de la educación superior que se imparte en el país?
No cometas los mismos errores que provocaron la pérdida del año a tu hijo, cambia de actitud y trabaja en equipo con los docentes y autoridades para diseñar un plan de apoyo, como recuperación o nivelación, que permita a tu hijo recuperarse académicamente. Recuerda que no están solos en este proceso de aprendizaje y crecimiento.
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La pérdida de año puede ser una experiencia difícil, sin embargo, también puede ser una oportunidad para forjar la resiliencia y el carácter de tu hijo. Con tu apoyo, determinación y actitud positiva, se puede transformar este desafío académico en un trampolín hacia el éxito. (O)
Roberto Camana - Fiallos, escritor y docente investigador, Ambato
