El país ha llegado a un grado de sobreebullición que trastoca todos los planes de continuar en una democracia estable.

El Gobierno y las autoridades militares, policiales, electorales, jurídicas, fiscalía, tomaron errada decisión de continuar con el proceso electoral, de manera que el 20 de agosto se realizarán las elecciones 2023. Se observa un desentendimiento de las causas que están llevando al cometimiento de crímenes de ciudadanos en el país.

El asesinato al candidato presidencial Fernando Villavicencio es un hecho magnicida sobre el cual todas las autoridades que gobiernan tienen que reflexionar y debieron suspender los comicios; continuar con el proceso es equivalente a echar escupitajos sobre la sangre derramada. La democracia permite muchas alternativas para reestructurarse y si las autoridades quieren deshacerse rápidamente del poder debido al estado de zozobra política y social que no pueden controlar, entonces una vía para ‘pacificar’ al Ecuador no son las elecciones, sino quebrar democráticamente el sistema y convocar a una Asamblea Constituyente; ya se lo hizo en 1966. Sin partidismo político, se establecería una junta de notables de los sectores sociales ecuatorianos y se incluiría a presidentes y exvicepresidentes que no hayan incurrido en delitos contra el Estado, a ciudadanos preclaros con limpia trayectoria, que representen a todas las provincias, en una cantidad de 40 a 60 ciudadanos que sí los hay en Ecuador, para que vayan al palacio legislativo y establezcan un congreso ampliado y de entre ellos elijan a un presidente interino para que gobierne hasta el final del presente mandato y convoque a elecciones presidenciales en el 2025. No era difícil hacerlo, era una manera responsable de hacer un paréntesis democrático que la misma democracia lo permite; se pacificaba al Ecuador y con gente nueva se arremetía contra mafias, depuraba organismos policiales y militares donde se presume se encuentra cierto poder; esto ya lo había denunciado el candidato Fernando Villavicencio, horas antes de su hora fatídica. (O)

Publicidad

Alejandro N. Sánchez Morán, ingeniero, Guayaquil