El prófugo de la justicia fue encontrado después de casi tres meses de búsqueda en Colombia y traído a su país, Ecuador, donde mientras tanto una madre llora buscando justicia por su hija asesinada.
El traslado fue en medio de desenfrenadas opiniones sobre los actos cometidos por ese señor, que no terminan de sorprenderme. He revisado Facebook, Twitter y otras redes sociales, que dan espacio libre a cualquier clase de comentario que el usuario quiera incluir: “... Dios se encargue de perdonar sus pecados, no en la cárcel...”; " (...) en este país no hay seguridad en la cárcel, déjenlo libre”; “(...) todos cometemos errores”; “(...) qué lindo que está”; etc. Si bien es cierto, todos cometemos errores, tampoco deja de ser menos cierto que un “error” de golpear, asfixiar, desfigurar, manipular, ocultarlo y huir es inconcebible. Ese acto delictivo sobrepasa a lo que tratan de definir como “error”, “equivocación”, “un momento de coraje”...
Un crimen debe ser juzgado en esa condición. Se necesita hacer justicia. (O)
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Paulina Salomé González Cedeño, abogada, Guayaquil