La isla Santay se encuentra rodeada por el río Guayas y en medio de los cantones Guayaquil y Durán; tiene una gran vegetación que llama la atención de turistas y ecologistas. / EL UNIVERSO Foto: Archivo


El nuevo aeropuerto de Guayaquil no debería estar en Daular. Cada día me convenzo más de que el sitio perfecto es la isla Santay. Es mejor que la vía a la costa siga siendo solo residencial, que se desarrolle lejos de las canteras de manera ordenada y sostenible. Además, es el único polo de desarrollo que tiene la ciudad y el aeropuerto estaría muy lejos del conglomerado urbano que forman Guayaquil, Durán y Samborondón. Con el tráfico, el viaje sería insoportable. Por suerte, es poco lo que se ha hecho y mucho lo que se ha dicho sobre el aeropuerto en Daular.

Es posible que ecologistas den un grito porque la isla Santay fue declarada humedal por la Convención de Ramsar, lo cual no debería ser obstáculo. De ser así, las islas Galápagos, que son patrimonio de la humanidad por la Unesco, no tendrían el aeropuerto de Baltra en una isla de apenas 2.600 hectáreas, casi del tamaño de la Santay, que tiene 2.200 hectáreas de superficie. Para el nuevo aeropuerto solo se necesitarían unas 550 hectáreas de la planicie central de la isla, que no se inunda y no es un humedal. La longitud en sentido norte–sur de la Santay es de 7.000 metros, el doble de lo que requiere una pista (3.500 a 4.000 metros), por lo que el espacio basta y sobra. Para rellenar las plataformas no hay nada más barato que dragar el río y parece que el dragado del Guayas ahora sí va porque va. Todo esto sin afectar los manglares ni a los 246 aldeanos que habitan la isla ni al ecosistema en general.

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Las islas son los mejores sitios para construir aeropuertos porque facilitan las maniobras y reducen la longitud de las pistas. En Japón, rellenaron el mar para formar una isla artificial de 1.000 hectáreas donde construyeron el aeropuerto internacional de Kansai, en la bahía de Osaka, que mueve al año 24 millones de pasajeros, en zona de terremotos y tifones.

En caso de que algún grupo se oponga a la construcción del aeropuerto en la Santay, los municipios de Guayaquil, Durán y Samborondón deberían convocar a una consulta popular para que sus habitantes decidan lo que mejor les convenga. En Ramsar declararon que todos los suelos de la Santay eran humedales boscosos e intermareales, situados en zona de mareas. También incluyeron las aguas circundantes del río hasta las orillas de Guayaquil y Durán. Parece que se les fue la mano. (O)

Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, avenida Samborondón