Antes de empezar esta historia, soy el padre de Anita, esa niña hermosa de 9 años que muchos han escuchado de su enfermedad autoinmune con la que vive hace más de dos años, sin tener hasta el sol de hoy un diagnóstico acertado y un tratamiento, por la falta de tecnología y medicina en el Ecuador.

Muchas personas nos felicitan por el trabajo duro y la fuerza que hemos puesto en esta campaña, me ven llegar a cada entrega de las Mataburgers (emprendimiento creado para recaudar fondos para Anita, el cual puede ser encontrado como @mataburgers en Instagram) con una gran sonrisa, muy atento y con la energía que me caracteriza, les entrego las hamburguesas a los diferentes grupos que contratan nuestro servicio. Siempre pendientes a cualquier consejo, pregunta o crítica constructiva que nos hacen, las cuales muchas veces han servido para abrir más puertas o conocer algo que no teníamos en nuestro radar.

‘¡No sabemos lo que tiene mi hija!’: padre vende hamburguesas para salvar la vida de su pequeña, su lucha es contra reloj en Ecuador

Pero detrás de ese momento, detrás de ese recorrido, detrás de cada kilómetro, puerta tocada, abrazo dado o agradecimiento a todos ustedes, queridos actores secundarios de esta maravillosa historia, que de pronto tendrá un final feliz, está la historia que nadie sabe, la historia que nadie cuenta, la historia dura, esa parte de la historia que es el camino en silencio, esa parte de la historia que te lleva a lugares oscuros y que casi nadie comparte.

Publicidad

¿Y por qué creo que es importante contarla? Pues en esta pequeña parte de la historia es donde radica la clave del éxito. ¿Saben cuántas puertas he tenido que tocar que hasta el día de hoy se abren? Ya perdí la cuenta, pero son muchas, precisamente no llevo la cuenta, porque llevo una cuenta mucho más importante, la de la gente hermosa que nos ha respondido, que nos apoya con oraciones, con mensajes e información valiosa, que nos ha dado una mano en el tema económico o que nos ha organizado eventos tanto para vender las Mataburgers como para reunir a varios artistas a cantar en un concierto benéfico para Anita.

(...) las que ustedes llaman Mataburgers y que yo llamo ‘la hamburguesa que salvó a Anita’.

Esos mensajes de aliento al entregar cada hamburguesa hacen eco en el recorrido de hogar en hogar, porque en ese camino en silencio es donde el eco del fracaso, negativismo o cuestionamiento a tus acciones pasadas hacen que te quiebres, las que hacen sentirte culpable por no haberlo hecho antes, por no tener 300.000 dólares en una cuenta para una emergencia como esta. Pero te digo algo importante, querido lector, hoy es el día que importa, enfócate en ese, en qué habilidades tienes hoy (porque todos tenemos al menos una, que pueda ser la que salve a tus hijos) y es en ese momento, en ese camino en silencio, cuando levanto la cabeza, me seco las lágrimas y continúo vendiendo las que ustedes llaman Mataburgers y que yo llamo ‘la hamburguesa que salvó a Anita’.

La meta era la cima del Everest, pero por cumplir el sueño de verte sonreír, ¡llegaría a la luna! (O)

Publicidad

Andrés Mata García, abogado, Guayaquil