Hablar de un cementerio, panteón o camposanto es nombrar un lugar destinado a guardar los restos de las personas fallecidas que han partido de este mundo.

La muerte es un trance que tenemos que pasar todas las personas que venimos a este mundo. Todos los seres vivos, humanos, animales y plantas cumplimos con la ley natural de nacer, crecer, reproducirnos y morir; es algo invencible de lo que nadie se escapa. Inmediatamente después de que hemos muerto se da el velorio y, para los católicos, en la iglesia suenan las campanas dobles, hay una ceremonia religiosa de cuerpo presente y al final el sacerdote nos despide con estas palabras: “Cumpliendo con la tradición católica conduciremos los restos mortales del fallecido al camposanto para darle cristiana sepultura”. Y continúa: “Que en el paraíso te reciban los ángeles y te conduzcan a la nueva Jerusalén ante la presencia del Señor”.

Progreso: juventud actual

En el caso particular del sitio de Amén, luego solamente Amén, después Progreso y hoy la parroquia Juan Gómez Rendón, antes del año de 1952, cuando fallecía algún familiar, las personas cargaban el féretro al hombro o a caballo y hacían grandes peregrinaciones que implicaban muchas plegarias, pasando penurias, peripecias e inclemencias del tiempo, como sol, inviernos, lodazales y muchas más en el trayecto hacia la población de El Morro, donde había un cementerio. Otro grupo, los más pobres, optaba para enterrar a sus muertos cerca de sus casas o en sus patios, pero por salud necesariamente se tenía que buscar un lugar para sepultar a los difuntos.

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Efectivamente, en el año 1952, la Comunidad Protectora de Indígenas del pueblo de Juan Gómez Rendón de ese entonces, viendo la necesidad y las grandes peregrinaciones y sacrificios de los deudos, mandó a delimitar un sitio para destinarlo a cementerio del pueblo. Este quedó ubicado en la parte más alta, frente de la iglesia católica San José, al otro extremo.

Progreso: iglesia ancestral

El camposanto es un lugar donde todos somos iguales, tal como venimos a este mundo. No hay ninguna razón que nos haga diferentes. Aquí brilla la paz y tranquilidad. Respetémoslo. (O)

Francisco Marcos Anastacio Valarezo, profesor, Progreso