Recurrentemente, dirigentes de la transportación pública de Guayaquil utilizan la suspensión del servicio como arma para exigir el alza de tarifas, perjudicando con su paralización a una ciudadanía indefensa ante su abuso. Esgrimen el argumento de que las tarifas no cubren los costos y hacen la mentirosa promesa que con el incremento mejorarán el servicio. Sin embargo, la vida sigue igual y los ciudadanos seguimos sufriendo al movilizarnos.
Estas son las objeciones de la Fetug al sistema de recaudación del transporte urbano en Guayaquil
Sin desconocer que el mantenimiento de los vehículos, combustibles, accesorios y sueldos inciden en los costos, los transportistas deben tener claro que todo aquel que emprende un negocio sabe que si los ingresos no cuadran con los beneficios tiene que buscar otra actividad remunerativa, en tanto que los que se mantengan deben cumplir las normas mínimas que garanticen la calidad del servicio que ofrecen. El usuario tiene derecho a recibir un servicio en vehículos cómodos y seguros, que circulen por rutas racionales, en horarios puntuales, con tarifas justas, condiciones que la autoridad de tránsito debe obligar a cumplir, pues no hacerlo es delito.
La autoridad de tránsito urbano debe asegurar antes de negociar nuevas tarifas que los vehículos tengan las mínimas comodidades, asientos en buen estado, climatización adecuada y trato respetuoso; se debe revisar el estado de llantas y motores; analizar las necesidades de los usuarios y diseñar rutas adecuadas. Para evitar los congestionamientos se podrían implementar corredores viales para canalizar el tráfico y no entorpecerlo con demasiados buses circulando por las mismas calles.
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Nadie tiene derecho a entorpecer las actividades laborales, familiares y sociales de la población bajo ningún pretexto, y quien lo haga debe ser sancionado con rigor. Los usuarios no estarán por siempre dispuestos a sufrir tantos inconvenientes en su diaria movilización. (O)
Teófilo Villón Barros, Guayaquil