No encuentro la razón por la cual el servicio del Registro de la Propiedad de Guayaquil, que en su momento fue pionero en la modernización del proceso de inscripción de bienes inmuebles no solo en Ecuador sino en Latinoamérica, haya decaído tanto en los últimos meses.

Es común ver errores en las inscripciones, que denota descuido, pero lo más grave es la paupérrima atención que le dan al usuario cuando quiere aclarar una duda sobre las observaciones realizadas por el abogado asignado dentro de un trámite iniciado y pagado; cabe recalcar que no es un servicio público gratuito ni barato. No hay posibilidad alguna de acceder al abogado, más aún en algunos casos en los cuales las observaciones se dan porque no leen las escrituras en su totalidad, no existe un criterio jurídico formado o se cambian procedimientos anteriores. Entonces uno se acerca a la oficina del Registro de la Propiedad de Guayaquil, un guardia de seguridad y un empleado le impiden el ingreso y en plena vereda le dicen que cualquier inquietud se haga a través de un único correo electrónico o en el chat en línea, como si fuese posible entenderse de esa forma en asuntos que ameritan una explicación cara a cara y con alguien especializado. Incluso, anteriormente, por lo menos contestaban dicho correo y, entre idas y venidas, se llegaba a una solución; pero ahora simplemente no lo contestan. Al parecer, la mayor parte del personal está en teletrabajo y si bien algunos trámites funcionan de manera ágil bajo esa modalidad (como, por ejemplo, los certificados de historia de dominio), las inscripciones, que es lo más importante y amerita una revisión legal, quedan trabadas o negadas, en este último caso perdiendo el valor que pagamos como el de derechos de registro. No es raro ver alrededor de las oficinas del Registro a tramitadores que ofrecen ‘solucionar’ su caso, que es lo que se promueve cuando no hay un acceso directo al servidor público. Hago un llamado al Municipio de Guayaquil que es el encargado de esta empresa, así como al propio registrador y a la gerente de dicha oficina, para que se concentren en atender al público como corresponde, permitiendo el ingreso como antes. (O)

Sylvia Pareja Alvarado, abogada, Guayaquil