Fui después de muchos años a la Terminal Terrestre de Guayaquil, anda bien, desde el ingreso, la temperatura agradable a pesar de cientos de personas en movimiento; abundante señalización para información; las escaleras eléctricas operan correctamente; no vi focos quemados, basura en los pisos; al personal en la emisión de boletos lo observé capacitado; el sistema automatizado de tiquetes de ingreso y el cobro manual al salir, funcionan; el boleto que dan contiene la información que se necesita sobre el nombre del viajero, el número del bus, el andén desde el que saldrá el bus, la hora de salida (fue puntual), el número del asiento, etc.

El baño que usé tenía lo fundamental, no olía mal, ya que el olor característico de los baños que no reciben mantenimiento es desagradable; la enorme ventana existente entre la boletería y el andén del cual salió el bus, tenía el vidrio limpio, impecable. Realmente el balance de lo que observé es positivo.

Solamente deseo mencionar un par de observaciones acerca de la famosa ‘viveza criolla’ en el parqueadero de los buses, pues algunos conductores no usan los espacios de parqueo disponibles, sino que ponen las luces de parqueo de sus carros y se estacionan en media vía obstaculizando el tráfico, y ciertas llaves de agua automáticas del baño que usé están incompletas.

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Está por iniciarse una nueva administración, esperamos que la terminal siga operando así, se lo solicitamos muy comedidamente. (O)

Luis Eduardo Rodríguez Carrión, Guayaquil