La relación laboral, por naturaleza, es una relación donde no existe equidad. Si nos remitimos a la antigua Roma, nos daremos cuenta de que el trabajo se concebía como un vínculo personal de dependencia del trabajador hacia el empleador. Como sociedad, y luego de tantos siglos, ¿hemos logrado un cambio real? Claro que han existido innovaciones legales que han contribuido a la dignificación del trabajo, pero aún estamos lejos del objetivo. Dentro de este proceso evolutivo del trabajo hay muchos actores: gobiernos, patronos, multinacionales, etc. El problema es que la dignificación del trabajo no depende solo de un gobierno al que el pueblo puede exigir o al que podamos elegir en urnas; el real problema es la necesidad de la mayoría y el abuso de los grupos de poder en todo el mundo. El Ecuador, desde la Constitución del 2008, ha tenido grandes aciertos dentro del derecho en cuanto a principios; aun así, estamos en deuda en cuanto al desarrollo de nuestra normativa. Como país debemos sumarnos a estas corrientes que promueven la acción conjunta entre los distintos actores que tienen en sus manos las herramientas para dignificar el trabajo en todas sus acepciones. Pero entonces, ¿qué hacemos los ciudadanos más allá de pedir las reformas necesarias? Hay mucho por hacer desde nuestras acciones directas, empezando por conocer las prestaciones de seguridad social a las que tenemos lugar como trabajadores para asegurarnos de que el sistema contributivo de seguridad social, al que aportamos todos los meses, funcione en beneficio de la mayoría. (O)
Emilio Félix Romero, abogado, Guayaquil