Según el economista Milton Friedman se puede gastar el dinero propio y gastar el dinero ajeno en diferentes formas, el dinero propio gastado en uno mismo y en terceros, y el dinero ajeno gastado en nosotros y en terceros.
En el primer caso, cuando gastamos nuestro dinero en nosotros no escatimamos, valoramos el monto y maximizamos el beneficio, por otro lado, cuando otorgamos un regalo es decir gastar nuestro dinero en terceros, intentamos escatimar y maximizar el retorno, de esta forma conservamos al máximo el fruto de nuestro dinero.
Los otros dos casos de análisis, son el gasto del dinero de otros en nuestro beneficio, aquí miramos y cuidamos las formas, es decir, gastamos con mesura en cierta forma, pues siempre es mejor no matar a la gallina de los huevos de oro, y el caso final es el más lamentable de todos, gastar el dinero ajeno en terceros, esta es la forma más descorazonada de gasto, pues no limitamos ni las formas ni los fondos, a su vez que otorgamos “beneficios” a terceros haciéndonos quedar como un verdadero Papá Noel.
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Podemos coincidir o no en el tipo de gasto con Friedman, sin embargo no podemos dejar de comprender que gastar dinero ajeno en otros para magnificar la imagen es lo más usual, el Gobierno actual algo entiende de esto, y ha limitado los gastos, pero más abajo, en organismos medios inclusive instituciones el gasto no se limita, se vuelven famosos gastando dinero ajeno, y lo que es peor exigen agradecimiento y subordinación por estos actos, aquí lo importante no es que dejen de gastar per se, lo importante es que quienes lean estas líneas estén conscientes que “cada acto de bondad” y entrega o beneficio a terceros se está realizando con tu dinero, y que no deberías ni agradecer ni peor humillarte ante una pared pintada con tus fondos, pues eso te vuelve un esclavo sin que lo notes. (O)
Luis Cuasapaz Aguirre, máster en ingeniería mecánica, Guayaquil