Llamemos al sistema capitalismo, comunismo, neoliberalismo, fundamentalismo; qué más da. Esta guerra es producto del sistema actual que hemos creado todos a nivel mundial. En pleno siglo XXI seguimos con los nacionalismos estúpidos, ¿qué más da ser ucraniano, ruso, español o ecuatoriano? Desde niños nos enseñan a tener un alto sentido de la propiedad, desde los bienes materiales hasta pasar por una línea llamada frontera en la cual nos sentimos parte de una tierra determinada; solo por haber nacido en ella nos han dividido entre buenos, malos, de derechas, izquierdas; blancos, negros, asiáticos o europeos.

Por esto, urge plantear una nueva arquitectura global que cree un hombre nuevo y así no nos matemos en guerras como la actual (Ucrania) o la de Siria, creadas por los mercados del sistema. Anteriormente en la guerra fría, el reparto del pastel de los mercados estaba dirigido por Estados Unidos y el bloque comunista liderado por la Unión Soviética que con los años perdió territorios de influencia, varias repúblicas de la URSS y países que fueron antiguos satélites de Moscú. En contraposición, se forman el mercado europeo y el chino que se afianzan como poder económico. Dentro de este contexto nos despertamos en el 2022, luego del inicio de la pandemia del COVID–19 en el 2019, y aparece Rusia como un cuarto actor, e inicia una guerra macabra con el fin de imponer hitos de su mercado.

La guerra terminará, pero si seguimos en el sistema actual y mientras no se cree al hombre nuevo, la historia estará abocada a repetirse.

Publicidad

Algún día llegará esa marcha firme de hombres nuevos del mundo sin armas, como la de Gandhi, formados en otro sistema diferente, y avanzará hasta las fronteras de cualquier país que se atreva a iniciar otra guerra para decirle hasta aquí has llegado. (O)

Francisco Barrionuevo Jaramillo, Guadalajara, Castilla–La Mancha, España