Cada día los afiliados comprobamos con estupor la debacle del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), pareciera que solo falta que nos den la puñalada mortal cuando no tengan cómo pagarnos las pensiones jubilares, que será el epitafio sobre nuestras tumbas en cementerios o en cualquier lugar donde depositen nuestros huesos o cenizas.

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Las consultas que hoy recibimos como afiliados de la tercera edad cada día son más deficientes y si tenemos la suerte de obtener unos medicamentos, casi siempre ocurre con dificultades, ya que nos llegan hasta después de tres o cuatro meses cuando acudimos a otra cita médica.

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Mi última consulta por deficiencia auditiva fue decepcionante, el médico tratante solo se limitó a decirme que el IESS ya no tiene –desde hace muchos años– convenio con empresas que comercializan audífonos, por lo que los afiliados debemos adquirirlos a un gran costo o dejar que la restricción auditiva aumente con el paso de los años.

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Ya me imagino cómo son tratados los que tienen deficiencias visuales, si ya tampoco dan lentes a la medida.

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Ojalá que de los tanto binomios presidenciales que tenemos para las elecciones de febrero 2025, por lo menos uno tenga la varita mágica para que realice una verdadera auditoría a los fondos del IESS antes de que se terminen los recursos y los afiliados de la tercera edad pasen a la vida eterna y sean recibidos por san Pedro en el paraíso, donde se dice que no habrá enfermedades ni sufrimientos ni dolores ni preocupaciones. (O)

Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil