El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define ‘estoico’: “Fuerte, ecuánime ante la desgracia”; y ‘estoicismo’: “Fortaleza o dominio sobre la propia sensibilidad”. El diccionario de Oxford señala ‘estoico’: “Persona que sufre dolor o problemas sin quejarse o sin mostrar lo que siente”; y ‘estoicismo’: doctrina filosófica que afirma que el bien se encuentra en la sabiduría y dominio del alma”.
El estoicismo busca el crecimiento personal y a base de eso mejorar las relaciones de las comunidades, tiene cuatro aspectos principales: 1°.- Sabiduría: tener la capacidad intelectual de lidiar con todo tipo de situaciones buscando siempre la solución más lógica y racional. 2°.- Templanza: aprender a controlar todos los instintos y vivir con base única en la moderación de los deseos y las emociones. 3°.- Justicia: dar a todos lo que les corresponde, tomando en cuenta sus derechos y verdades. 4°.- Valentía: demostrar la fuerza emocional necesaria para saber aceptar sin miedo los aspectos negativos de la vida. ¿Cómo se practican?, controlando emociones. Buscar un ejemplo que nos inspire, Jesús y la Biblia.
El emperador romano Marco Aurelio solía utilizar la meditación: “Hoy escapé de mi ansiedad, la saqué de mí porque me di cuenta de que venía de mis propias percepciones y no de afuera”. Recuerdo el libro Cartas de un estoico, de Séneca: “Elige a alguien cuya forma de vivir tenga tu aprobación. Mantente siempre en su misma dirección, como un guardián, como un modelo”. Aceptemos los fracasos como parte de la vida. Las caídas son parte del éxito. Leamos todo lo positivo que podamos y actúemos a base de los aprendizajes. El arte de vivir, texto de Epicuro, dice: “No digas que has leído varios libros, demuéstralo con tus acciones”. Analicemos el uso que le damos al tiempo, puede ser que estemos dando atención a nimiedades. (O)
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Kléber Barragán Hernández, periodista, Guayaquil