La vida transcurre impertérrita segundo a segundo, como la gota de agua que sin cesar cae formando estalactitas y estalagmitas dentro de algunas oquedades de la alta montaña. Después, con el paso de muchos años son descubiertas y admiradas por su formación artística y natural.

De la misma manera transcurren nuestras vidas, rutinarias y con bastante laxitud mundana. No es este el caso de la belleza descrita anteriormente. Puede que en algún momento una circunstancia extraordinaria ilumine desde afuera nuestra oquedad y nos muestre la ignorada belleza interior que poseemos, para poder disfrutarla con gozo. ¡Suerte! (O)

Jesús Sánchez Ajofrín Reverte, Albacete, España