Ante la solicitud de algunas instituciones de permitir a la población civil portar armas con fin –en apariencia– disuasivo, un trabajo de investigación nuestro, el cual se aprobó para ser presentado en el XXI Congreso Mundial de Psiquiatría en Cartagena, Colombia, del 18 al 21 de octubre de 2021, se basa en estudios de electroencefalografía espectral cuantitativa (mapeo cerebral) y revela datos desalentadores contrarios a los objetivos de la solicitud propuesta de portar armas.
Estas investigaciones han comprobado que existen patologías médicas cuyo componente principal son cuadros clínicos de agresividad, ocasionados por una disfunción de los lóbulos frontales del cerebro. Los lóbulos frontales nos diferencian de los animales, ya que mantienen el correcto funcionamiento de la conducta social y son las áreas que controlan la peligrosa fuerza de los instintos y las emociones negativas que desregulan las funciones intelectuales. Existe un porcentaje significativo de la población con rasgos psicopáticos y o antisociales, conducta que se revela en forma agresiva, como al conducir vehículos violentando siempre la ley de tránsito y respondiendo con insultos, agresiones físicas descontroladas (diátesis explosivas). Los lóbulos frontales a lo largo de la vida temprana tienen un proceso de maduración neurofisiológica y son sensibles al daño por lesiones por eventos emocionales, físicos... ; y es posible que la era electrónica que activa intenso nuevas áreas sensoriales y motoras mengüe la maduración de estos lóbulos y debilite la capacidad del buen criterio para decisiones éticas y morales, distinguir lo bueno frente a lo malo. De permitir que esos ciudadanos anden armados serán peligrosos ‘Rambos ajusticiadores’, por su pobre tolerancia a la frustración reaccionarán con violencia asesina. (O)
Pedro Benjamín Posligua Balseca, médico neurosiquiatra, Guayaquil