Cuando se contrata personas para que realicen un trabajo específico hay que pagarles acorde con la capacidad del desempeño; caso contrario, se los despide.

Traigo a colación esta realidad para aludir al trabajo legislativo, para nuestro caso la Asamblea Nacional. El pueblo ecuatoriano es el empleador, mandante, quien les paga sueldos por realizar ‘su trabajo veraz’ señalado en el texto constitucional, especialmente, dictar leyes favoreciendo e impidiendo, por ejemplo, injusticias, atrasos, inseguridad social, jurídica, agravada por la Función Judicial inmadura e insolvente. Es decir, viviendo esa realidad, protegerlo mediante normas justas, verídicas, acorde con el hecho de que se trata de rectificar o establecer nuevos derroteros progresistas. Señalar costos por la inacción de los llamados legisladores, solo tomando como base la mensualidad que reciben, $ 5.000 (cinco mil dólares), divididos para 30 días, diariamente tenemos $166,66 multiplicado por los votantes al juicio político, da la apreciable suma de $172.640,00; y, finalmente, por los meses que han estado desempeñándose como circo y no como Asamblea, tendremos cantidades que ustedes lectores podrán fijar, ‘extraídas’, literalmente. Ante tanta pobreza heredada de la década degenerada, más cuatro años de inactividad con caja fiscal vacía, endeudados por años, carreteras sobrevaloradas e inservibles por la pésima construcción, la salud destrozada, la educación desgarrada; y más de veinte obras dañadas y endeudadas cuyos beneficios no puede disfrutar el verdadero dueño, que es el pueblo ecuatoriano. ¿Cuál es el resultado final? Un Estado aniquilado, acosado, multiplicando sus necesidades; agregándose los embates de la naturaleza y que en solo dos años pretenden superarlos. ¿A quién se exige? Hay autores y cómplices que festinaron lo ajeno como propio, añadiendo la ninguna demostración de solidaridad. Ante tanto dolor y necesidad que sufre el pueblo ecuatoriano, es decir su empleador, su mandante, pregunta: ¿Alguno de los circenses se ha acercado al pueblo sufrido y mandante, donando un mes de ese sueldo mal habido, a los perjudicados por la naturaleza? Nada de nada, indolentes, negligentes... El circo legislativo continúa y el perjuicio aumenta. (O)

Regina Zambrano Reina, doctora en Jurisprudencia, Guayaquil