Cada actividad que desarrolla el ser humano le obliga a empaparse de los conocimientos necesarios para desarrollarlas como es debido.

Un periodista, por ejemplo, cuando va a hablar de un tema, debe investigar, al menos, el significado real de las palabras que utiliza, el no hacerlo lo expone a situaciones vergonzosas. Acabo de leer, en redes sociales, que un periodista de una radio comentaba sobre la extradición, confundiendo esta figura con la de deportación. Comprendo que el periodista no es abogado, pero para hacer un comentario públicamente, en una red social o en su medio de comunicación, debe estar seguro de lo que dice y procurar que las refutaciones que reciba no dejen en claro su total desconocimiento. Le respondió un jurista y le clarificó la diferencia de las dos figuras legales. Vergonzoso. Especialmente porque dicho periodista en un gobierno pasado manejó un medio de comunicación impreso. Igual ocurrió con un expresidente que no supo distinguir entre fuero e inmunidad, recibiendo también una aclaración.

Exministro de Energía: ‘Calculé mal, es un error humano’, sobre costos de importación de electricidad desde Colombia

Este tipo de participaciones hacen que la cultura del pueblo se vea afectada de manera negativa, pues leen o escuchan a personajes que ocupan puestos de poder emitir criterios errados y se confunden en las interpretaciones. (O)

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José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito