Al leer una crónica en EL UNIVERSO sobre el asesinato de un hombre en su casa, frente a su esposa y sus dos hijos en un barrio de Manta y el impacto psicológico que esto ha dejado sobre todo en los niños, debo expresar con enojo, que el problema de la delincuencia desatada con violencia en nuestro país, se la debemos a los consumidores de drogas, especialmente en los EE.UU., Bélgica, y demás países del “primer mundo” que pagan fortunas para saciar su vicio; y mientras no se solucione ese problema, nuestro país no dejará de ser el campo de tiro de los maleantes.
La paz: materia prima más valiosa
Las Naciones Unidas, por medio de su oficina especializada en el control del narcotráfico, denominada UNODC, en junio del 2023, ha hecho un llamado a terminar la guerra contra las drogas y cambiar el enfoque a la salud y derechos humanos. Esto entiendo yo, no como proteger a los delincuentes, sino como atender la salud mental de los consumidores de drogas a nivel mundial y hacer realidad el nuevo enfoque, con acciones tales, como tratar la adicción como una enfermedad mental, que requiere hacer estudios sobre la forma de prevenirla e incrementar el establecimiento de verdaderos centros médicos para la rehabilitación de los drogadictos; también significaría el apoyo económico, para reducir la pobreza en los países en donde se producen las drogas y en fin varias medidas más.
Inseguridad y temor en barrio La Estación, en Riobamba
No desconozco que detrás de este sucio negocio deben haber personajes influyentes. No estoy sugiriendo que se termine el combate a la delincuencia, porque hasta que se adopte el nuevo enfoque seguirá habiendo violencia. Sin embargo, lo que pido es un cambio. (O)
Publicidad
Carlos Adolfo González Sánchez, Quito