Hoy parece que se trata de los que están confundidos y de los que quieren confundir. De los que aprecian el valor de la justicia, de los que respetan la justicia, de quienes manipulan la justicia y de quienes se aprovechan de la justicia.
Entonces, ¿quién está en lo correcto?, ¿en quién confiamos?, ¿quién dice la verdad?
Irrelevante del poder inequívoco de nuestras convicciones, cuando realmente son nuestras y no adquiridas o sometidas, cada punto de vista es válido y en situaciones como las que vive el país por tomas de decisiones, para unos acertadas y para otros no tanto, lo importante es definir qué pueden aportar a nuestro entorno, cómo nos pueden renovar el mismo o cómo nos proveen soluciones que signifiquen una mejora a las condiciones por las que se presentaron.
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La confrontación sin resolución esencial de conflicto solo acarrea más problemas y de esos ya tenemos bastantes.
Que hay tratados que se deben respetar por honor, por compromiso y por alineamiento, probablemente sí. Que hay parámetros obsoletos que no van acordes a los tiempos que vivimos o acordes a la realidad mundial, también puede ser correcta esta afirmación. Pero entonces, ¿qué posición debemos apoyar?
Creo que en cualquier caso cada uno es responsable de determinar la posición que adopte frente a conflictos como el actual entre México y Ecuador, considerando el hecho de que probablemente nadie posee la verdad absoluta y, aunque puedan parecer adecuada una u otra postura, al fin y al cabo, fuera de populismos y politiquerías, lo importante es entender qué provecho conlleva, sin doble moral, sin perspectivas de nacionalismo o provocaciones.
La confrontación sin resolución esencial de conflicto solo acarrea más problemas y de esos ya tenemos bastantes.
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Unos cuantos no siempre son las voces de la mayoría, pero son a quienes se eligieron para esas funciones y no se vale condenar o apoyar, solo por hacerlo, sino porque sabemos que realmente vale la pena hacerlo. (O)
Álex Torres Espinoza, Samborondón