De entre 16 candidaturas presidenciales, de las cuales, por su mediocridad, al menos 13 no alcanzarán ni el 5 % de la votación. En estas elecciones debemos votar con responsabilidad cívica para evitar la narcopolítica y dar paso al fortalecimiento institucional, la eficiencia y la transparencia que genere la confianza necesaria para incrementar la inversión privada nacional e internacional que crea riqueza y empleo, que es una de las principales aspiraciones de la ciudadanía. Además, para lograr gobernabilidad, es indispensable que votemos por la lista completa para presidente, vicepresidente y asambleístas con la esperanza de contar con legisladores que nos hagan olvidar la trágica y vergonzosa composición de las asambleas recientes.
Los atributos mínimos que los candidatos deben tener no son el baile, el canto y la demagogia sin escrúpulos, como lamentablemente hemos visto y escuchado, incluso en el mal denominado debate. Los atributos de nuestros gobernantes deberían ser: la honestidad; la rigurosa formación profesional; experiencia en la administración de recursos públicos o privados; liderazgo para promover consensos que permitan elaborar planes de desarrollo nacional de largo plazo; compromiso demostrado para luchar contra la corrupción; voluntad política para combatir el narcotráfico y el crimen organizado en todas sus manifestaciones; visión mundial y vínculos internacionales para lograr alianzas estratégicas; sabiduría para enfrentar y solucionar los problemas; capacidad para aprovechar la oposición constructiva y para enfrentar con firmeza a quienes crean caos en el país.
Con los atributos señalados, no debe ser muy difícil elegir al mejor, aun con tanta desinformación y las experiencias perversas que tienen algunas agrupaciones. Votar con conciencia debe ser nuestra prioridad para enterrar a la narcopolítica, corrupción y mediocridad. (O)
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Mario Andrade Trujillo, Quito