El lunes 2 de enero estuve en uno de los hermosos balnearios de la Costa ecuatoriana. Pude corroborar las bellas creaciones de Dios a través de sus mares, sus riquezas marinas, la arena, el viento, las olas y el resplandor del sol. Todo esto para el deleite de sus hijos. Sin embargo, como contraste, se puede evidenciar el descuido en el que tienen sumidas las autoridades a dichos balnearios. No hay orden, limpieza, ni control de los precios.

Vi que una familia corta en número tenía que pagar casi 100 dólares solo en una comida del mediodía (almuerzo). Supongo que los costos de la hotelería y de otras necesidades también son altos. Estos ‘precios’ y aprovechamientos y abusos a los turistas nacionales e internacionales, se realizan frente a la necesidad turística de disfrutar nuestras playas en esta época de clima de invierno, sol, y aumentan los gastos de los turistas. Las cámaras de turismo están obligadas a regular precios y carencias de servicios. En unos restaurantes se veía cómo se llenaban de turistas y dinero. Deben controlar a las cámaras de turismo que podrían estar incrementando muchos impuestos, permisos, arriendos de locales a los dueños de esos negocios y por tanto se los trasladan hábilmente a los usuarios y turistas. Esto también pasa en las otras regiones del país, lo he palpado cuando viajo a la Sierra. El ministro de Turismo no veo que se pronuncie, se supone que debe estar al tanto de esto. Después se queja que el turista prefiere viajar a otros lugares fuera del Ecuador. (O)

Édgar Vicente Saldaña Alvarado, ingeniero agrónomo, Guayaquil