Perfume de mujer es la película que después de seis nominaciones da el Óscar a Al Pacino en el papel del teniente coronel Frank Slade, un ciego y retirado excombatiente; y Bo Goldman hace un guion que le merece una nominación al Óscar y el Globo de Oro por el discurso a la integridad. Esta trata fundamentalmente sobre el discurso pronunciado por Slade en defensa de su guía, como no vidente, que es inducido a vender su conciencia declarándose culpable de una falta que no cometió, pero ‘vio’ quién y cómo lo hizo. Charlie (el guía de Slade) se niega a delatar a sus compañeros. La intervención de Slade concluye interrogando al concejo directivo sobre la moral y los valores que se imparten en esa escuela, abonando el terreno para la venta de conciencias y destierro de la integridad, y advirtiendo que de sancionar a Charlie le amputarían la conciencia y esta no tiene prótesis.

Pongamos los pies sobre nuestro Ecuador querido y hagamos un estudio sin necesidad de encuestadoras costosas, ni estudios de comportamiento de mercado y llegaremos a la conclusión de que el producto que más se vendió en el mercado negro por debajo de la mesa, en el alto y bajo mundo, no fue el petróleo ni el banano ni los camarones; son las conciencias. La venta de conciencias en nuestro país ha rebasado todos los pronósticos que pueda hacer el más hábil de los apostadores, se comienza con cosas pequeñas al inicio, para terminar vendiendo cosas de vital importancia en los cargos políticos, con las excepciones del caso. El mayor mercado de conciencias en la política se da en la Asamblea, luego pueden venir las demás, allí las conciencias se pactan en cualquier charla, cafetín o restaurante, o por celular. Las transacciones no escapan a las demás autoridades y funcionarios, (también con las excepciones del caso). Empero, estamos cansados y saturados de contemplar cómo un chofer de bus compra la conciencia de un oficial de tránsito, y así. Es alarmante la falta de integridad de nuestra política, de ciertos jueces que no cesan de sorprendernos con sus fallos que asaltan el sentido común y el ejemplo que tienen y están obligados a dar a nuestra niñez y adolescencia, porque son sus guías. La conciencia que tiene valores no tiene precio; no hay nada que pueda pagar a un ciudadano honesto, a un político honesto, el valor de su conciencia, todas las demás tienen perfume de mujer que se detecta inmediatamente y en forma silente. Que este 2023 junto con la tradición que nos traen Gaspar, Melchor y Baltazar, incluyan para cada uno de nosotros integridad; esa que debemos practicar, abrazar para tener un país próspero, honesto y equitativo. (O)

Gustavo Zevallos Baquerizo, ingeniero, Guayaquil