La unión, el cariño, el respeto de nietos y abuelos es un hermoso vínculo familiar.


¿Cuándo se extinguió su importancia en la sociedad y en el núcleo de la familia? ¿Cuándo su opinión, consejo, narración de las experiencias se hicieron ‘de otra galaxia’?

Los abuelos viven, y vivieron, sirviendo, siendo ejemplos como ciudadanos, familiares, amigos, visionarios...; ven el futuro diferente de las nuevas generaciones. Están en la tercera edad. Ciertos señores y señoras son abuelos desde los 35 años, a los 40 años..., empero son ‘de épocas pasadas’, que se educaban con la experiencia, los libros, periódicos, radio, o en el colegio, o la universidad. Dan conocimientos con los análisis, avisos, regaños, recomendaciones, observaciones, discursos, ponencias, críticas. Mi abuelito Paulo Emilio fue para mí un padre, maestro y amigo. Siempre me acompañaba, aprendí de él que es imprescindible ser honesto, desprendido del dinero y lo material; sencillo y simple y culto; buena persona, buen amigo, servir sin esperar nada a cambio, etcétera.

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No esperar herencias financieras de los abuelos (de nadie), sino el buen ejemplo que nos dejan; esa es mi herencia.

Cuando iniciaba la etapa nueva de mi adolescencia, comprendí que me quedaba sin abuelo, sin el padre y el mejor amigo. Al regresar a mi ciudad supe que me esperaba un futuro incierto y recordé que estaba entrenado para sobrevivir con dicha herencia de mi abuelito. Han transcurrido cuatro décadas, puedo testimoniar que seguí dicha huella. Pese a su ausencia veo que su buen ejemplo se refleja en innumerables amistades que sonríen al recordarlo.

Muchos abuelos pueden caminar, manejar carros, viajar, escuchar, subir en transportes públicos, salir a comprar, al cine, etcétera; están enfermos, en la cama, un asilo, cuidados por empleados y enfermeros, o viven solos en la casa; dejarán o no dejarán fortuna. Cuiden, escuchen, acompañen a sus abuelos por amor. (O)

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Eduardo Emilio Jiménez Macías, Salinas, Santa Elena