Sin lugar a duda lejos quedan los años cuando Guayas se destacaba por ser la capital económica, puesto que ahora es vista como el epicentro del narcotráfico, aunque creer que el problema de la delincuencia solo se focaliza en el narcotráfico es ser demasiado ingenuo al no ver el problema en su totalidad, debido a que la raíz de la delincuencia no es el narcotráfico, sino la falta de educación, trabajo y oportunidades.

Guayas es una de las provincias donde se presenta más desigualdad social, donde solo el 30 % de la población tiene trabajo fijo y el restante sobrevive del día a día; claramente los grupos más afectados por esta falta de oportunidades laborales son los de bajo nivel educativo, los niños y jóvenes, muchos son inducidos a entrar en estos negocios ilícitos, más aún cuando los estragos económicos derivados de la pandemia COVID aún están presentes. Un informe de la ONU dice que el 60 % de los hogares ecuatorianos aún no han podido alcanzar los niveles de ingreso que tenían antes de la pandemia. Dicho eso, Guayas no necesita más policías sino oportunidades para los sectores más desiguales; no hablo de tan solamente empleo, sino de una educación de calidad, pues la educación es la que más ha sufrido de recortes de presupuesto; aun sabiendo que la educación es la única solución a la pobreza y a los problemas derivados de esta como la exclusión social, la violencia, el crimen organizado, la inseguridad y la marginalidad.

La educación nos permite alcanzar nuevas oportunidades laborales que reducen el interés económico por las actividades delictivas. No ataquemos solo el síntoma que es el narcotráfico, sino a la enfermedad que es la falta de oportunidades laborales y educativas. (O)

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Víctor Alfonso Cedeño Bravo, universitario, Guayaquil