La política es tan antigua como la misma humanidad y nace con ella porque somos por naturaleza seres sociables, religiosos y políticos.

La política es el ejercicio de nuestra civilidad. Se debe hacer política partidista no por un sueldo, ni por asegurar el futuro de su familia y enquistarse cual dinastías, no para beneficiarse con privilegios, no por tráfico de influencias; que lo vemos reflejado en quienes buscan llegar a la función pública a como dé lugar, si hay que cambiarse de partido en cada elección no hay problema. Realizar alianzas para captar poder con otroras opositores es una costumbre de hacer política, lo cual denota que no hay identidad, convicciones profundas ni principios ni valores, sino recuperar la inversión de la campaña y beneficiarse con el ‘diezmo’ de las obras. Y luego nos escandalizamos con las “vacunas” (o seguridad, el pago extorsivo de dinero que exigen delincuentes a las personas, a los dueños de negocios, para que no les asalten y maten) de quienes operan en la sombra.

Hasta ahora he dicho lo que no es la política, pero, ¿en qué consiste esta actividad tan denostada?, es momento de atizar a lo que verdaderamente está llamada: ser un servicio gratuito que busca el bien común de las mayorías, soluciona los problemas acuciantes, tiene visión a largo plazo.

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El baratillo de ofertas se avecina con la nueva campaña para las próximas elecciones seccionales. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos analizar los elementos descritos, sus propuestas, cómo las piensan cumplir si es que hay presupuesto, caso contrario serán demagogia; ver si son obras, prioridades de la comunidad, empezando por las básicas, porque poco sirve construir obras faraónicas cuando hay sectores que no tienen servicios básicos, no solucionan problemas serios como la inseguridad.

Y una vez que capten el poder, los ciudadanos deberíamos estar atentos a que cumplan su plan de gobierno, caso contrario exigir la revocatoria del mandato. Otra manera de hacer política es posible cuando el pueblo se implica en los destinos de su parroquia, cantón, provincia o país. (O)

Cristhiam Carpio Castro, máster en Educación, Daule