Un amigo de 50 años se queja por teléfono dado que agarró el COVID, la nieta pequeña le pasó el virus; sin embargo, descartó la visera y la mascarilla desde que el Gobierno dio a conocer que la pandemia estaba controlada y no se aplicarían medidas de bioseguridad. También estaba en reuniones, invitaba por cualquier celebración a la gallada y ponía a las órdenes su casa para concentraciones de viejos amigos, por el fútbol, por cumpleaños, etc. Decía que ya no había contagios, que la familia y los amigos de confianza no contagian. ¡Error grande! Muchos pecamos y reconocemos cuando tenemos encima la fiebre, la tos, el temblor, el trancazo, la diarrea, la garganta inflamada..., y van en la ambulancia a la clínica o al hospital.

El Ministerio de Salud Pública y el vicepresidente de la República (que ya habrá regresado de Qatar), el COE nacional, las federaciones de médicos, tienen que dejarse escuchar con alerta naranja o roja, que la pandemia hervirá más por este tiempo que circulan los compromisos. Diciembre no lo pase en una casa de salud en cama. Cumpla la bioseguridad en paz, en su vivienda. Consejo sano. (O)

Richar Aurelio Ordóñez, vía a Samborondón

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