La palabra cuaresma significa los 40 días en que los cristianos se preparan para recordar la crucifixión de Cristo como uno de los actos más injustos y crueles realizados por el hombre. El amor de nuestro Creador fue tanto que sabiendo lo que iba a ocurrir se entregó para la salvación de nuestros pecados.

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Los tiempos de Cuaresma son de reflexión y respeto para incrementar nuestra fe de mirar al cielo y ver el firmamento todo de un color blanco puro, como el alma de los niños.

Fue tanto el amor de Dios que vino a la tierra para prepararnos el camino hacia la verdad y la vida, pero no lo escuchamos, sino que hicimos que Él conozca la traición y maldad de su creación.

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Cada azote representa para el hombre la vergüenza y la ingratitud; cada clavo, el dolor en nuestro corazón, y la Cruz, la falta de amor entre los seres humanos.

Así, la Cuaresma empezó con el Miércoles de Ceniza para recordar al mundo que con la cruz en la frente presentamos nuestro arrepentimiento por los pecados cometidos, la protección de los males y para no olvidar que somos polvo y en polvo nos vamos a convertir.

Pidamos que terminen las injusticias, guerra, crímenes y el hambre en este mundo donde el hombre actúa por ambición y maldad, donde los más perjudicados son los niños.

Oremos para que nuestro corazón se sensibilice, para que nuestros ojos miren al que más necesita, para que nuestras manos sean limpias, respeten lo ajeno y ayuden al enfermo, para que nuestros pies caminen por la senda de la justicia y equidad y para que las acciones de los gobernantes sean para buscar la paz en este mundo, cesando las guerras donde los más perjudicados son los niños que con sus caritas sucias y el hambre que representa su mirada ansiosa estiran la mano por un trozo de pan.

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Pidamos que terminen las injusticias, guerra, crímenes y el hambre en este mundo donde el hombre actúa por ambición y maldad, donde los más perjudicados son los niños. (O)

Alicia de Jesús Carriel de Burgos, profesora, Guayaquil