No, no me refiero al pasaje bíblico del perdón “setenta veces siete”. Esa es otra historia. En esta ocasión estoy hablando de las setenta veces que estoy por soplar las velitas.
Beneficios tributarios para las personas de la tercera edad en Ecuador
No tengo muy clara la primera vez que lo hice. Seguramente fue al cumplir un año. Por ahí debe de haber alguna amarillenta foto de testigo. O tal vez no, tal vez ya ha sido botada a la basura en el momento en que murieron mis padres. Mal destino de los objetos y recuerdos más preciados y atesorados por ellos. Pasa en todas las familias.
Pero hoy las soplé. Estuve acompañado de casi todos mis hijos, la mayoría de mis nietos, mi consuegra, yerno, nueras y de mi siempre amada compañera.
Publicidad
Confieso que estuve fuerte casi todo el rato que pasamos juntos. No tambaleé.
Celebrando este nuevo año de vida rodeado de verdadero amor y cariño. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
Es común que uno se ponga lloroso en estas circunstancias, pensando en cómo poder detener el tiempo y quedarse para siempre con lo que más amamos: nuestra familia.
Ya no soy jovencito. Aunque he camuflado muchas de mis canas, mi rostro ya denota cansancio.
Publicidad
Me duele más en “todas partes y al mismo tiempo”. Pero más duele no tener cerca a todos nuestros seres queridos, a aquellos que ya partieron y a los que están lejos por diferentes motivos. Mas, llegado el momento, mientras cantaban el cumpleaños feliz, el torrente de emociones encontradas surgieron a borbotones, de adentro hacia afuera y viceversa.
Sentí mi corazón en los oídos y mi respiración acelerada. Y cuando estaban mis emociones a punto de reventar, pensé en lo bendecido que estaba siendo en ese preciso momento. Celebrando este nuevo año de vida rodeado de verdadero amor y cariño.
Publicidad
¿Qué más se le puede pedir a la vida? (O)
Roberto Montalván Morla, Guayaquil